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El líder de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el enviado especial de la ONU para Siria, Kofi Annan, condenaron hoy “en los términos más enérgicos” la matanza en la aldea siria de Hulla, que dejó 92 muertos y cientos de heridos. En un comunicado conjunto, Ban y Annan señalaron que integrantes de la Misión de Observadores de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS) confirmaron el disparo de proyectiles de artillería pesada y de tanques sobre el barrio residencial de Hulla, cercano a Homs. “Este crimen atroz y brutal, con uso indiscriminado y desproporcionado de la fuerza, es una violación flagrante del derecho internacional y de los compromisos del gobierno de Siria para poner fin al uso de armas pesadas en zonas residenciales”, agregó el texto. “Los responsables de este crimen deben ser obligados a rendir cuentas”, sostuvieron ambos funcionarios de Naciones Unidas (ONU). El secretario general de la ONU y el enviado especial para Siria extendieron sus más profundas condolencias a los familiares de las víctimas y los heridos, y manifestaron su profunda preocupación por la falta de protección de los civiles en Siria. Asimismo, Ban y Annan demandaron que el gobierno de Siria ponga fin de inmediato al uso de armas pesadas en los centros de población civil y llamaron a las partes en conflicto a cesar la violencia en todas sus formas. Según el documento, Annan está en contacto con el gobierno sirio para transmitirle en los términos más claros las expectativas de la comunidad internacional, lo que también hará en su próxima visita al país árabe. El jefe de la UNSMIS, general Robert Mood, informó por su parte en un comunicado que observadores de la ONU se trasladaron este sábado a Hulla, donde contabilizaron 92 muertos: 60 adultos y 32 niños menores de 10 años. Mood apuntó que aún no están claras las circunstancias que llevaron a esta “trágica matanza”, pero sostuvo que este indiscriminado y desproporcionado uso de la fuerza es “inaceptable e imperdonable” y que debe parar la matanza de niños y civiles inocentes. La ONU estima que más de nueve mil personas, en su mayoría civiles, han muerto en Siria y unas 10 mil se han desplazado de sus localidades por la violencia desde que estalló la revuelta contra el gobierno del presidente Bashar al-Assad, en marzo de 2011.