¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Lenguaje Universal escriba una noticia?
El tiempo es maestro, paciente amigo o nuestro peor enemigo, cuando nos dirije la prisa, y nos creemos dueños de nuestras horas
El tiempo es maestro, paciente amigo o nuestro peor enemigo, cuando nos dirije la prisa, y nos creemos dueños de nuestras horas. El tiempo es un aliado, cuando se emplea con la verdadera mesura de quien administra algo que no es de nuestra propiedad.
En nuestras vidas no tenemos tiempo, no tenemos tiempo para amar, para servir, no nos alcanzan las horas del día para dedicar unos minutos a la oración sincera, no tenemos tiempo para mirar al hermano que sufre, no podemos perder un minuto para escuchar y dejar de lado nuestro vano egoismo de creer que somos tan importantes.
Nuestro tiempo es un regalo del altisimo, él sí tiene todo el tiempo para esperar que inviertas bien tu tiempo, que en realidad no es tuyo es de él. Sin embargo te da libre alvedrio para invertirlo en lo que quieras y como quieras. Puedes incluso en él servir a otro señor que no es él y lo permite y te deja hacer lo que quieras.
¿Ya no hay más tiempo para ser sincero, y entonces?, qué harás entonces?. Ya no tendras más tiempo
Pero un día la ración de tiempo se acaba, y vamos a dar cuentas, vamos a rendir balance de lo que has hecho con esa inversión que él dejó a tu cuidado, y entonces? tendremos tiempo, para contar, para decir, para defendernos, pero no tendremos ya más para escuchar, para ser más honestos, para ser mejores, ya no habrá más para decir al amigo, te quiero, ni para disfrutar del olor de una flor.
Ya no tendrás más tiempo para besar a tu pareja, o para decirle un simple te quiero, ya no hay más tiempo para ser sincero, y entonces?, qué harás entonces?. Ya no tendras más tiempo.
Nos acostumbra nuestro diario vivir a dar importancia a las cosas que en realidad no la tienen, nos afanamos tanto en las cosas vanales, perdiendo de vista las cosas importantes. Perdemos de forma prematura la sonrisa, nos falta espacio para disfrutar a nuestros hijos, perdemos la verdadera esencia de la vida, sin darnos cuenta que no somos dueños del tiempo.