El mercado es un espacio donde concurren dos actores principales: los oferentes o vendedores y los adquirientes y compradores. Aunque también hay vendedores son compradores y vice versa. Ese espacio, hoy, no es un espacio físico que contiene a los actores principales. Hoy este espacio se ha ampliado al de toda la sociedad y también ha superado el límite de las fronteras de los países. Facilitado por la irrupción de las nuevas tecnologías que así lo permiten.

El objetivo de los oferentes o vendedores es vender la producción que poseen con ese fin para que su negocio prospere y crezca en el marco de la sociedad productiva. Para lo cual, seduce e impacta a los adquirientes con su acción propagandística destinada a que estos adquieran sus productos. Los adquirientes o compradores, se esfuerzan por adquirir los productos que los han seducido empleando todos los medios de pago a su alcance, los que serán puestos a disposición en el acto de comprar.

Muchos compradores sobre-estimulados por la necesidad interna de adquirir bienes acuden al mercado para satisfacer esa necesidad, la que a veces se torna compulsiva.

Es de destacar que todos los que acuden al mercado con la intención de vender, verían con buenos ojos que los compradores se entusiasmaran tanto con el producto ofrecido, que fueran capaces de endeudarse hasta el extremo más riesgoso con tal de obtener su producto. Es más, les encantaría que los compradores se desesperaran al extremo de cruzar el límite de lo lícito con tal de adquirir el producto que tanto desean consumir. Para conseguir este efecto, los publicistas ponen a disposición de las empresas proveedoras una serie de propagandas que llevan la intención de cautivar y seducir al comprador de tal manera que este experimente un deseo irrefrenable por adquirir su producto. Estas propagandas forman parte de los auspicios publicitarios que se repiten hasta el hartazgo en las tandas publicitarias de los canales televisivos.

Entre todos los bienes que ofrece el mercado, existen algunos de ellos que no necesita del poder seductor de una propaganda muy elaborada. Ya que es introducida en el mercado a través del contacto boca a boca, manteniéndose lo más escondido posible el lugar donde se expende el producto. Teniendo tal poder cautivante que sus consumidores delinquen con tal de hacerse de los fondos necesarios para concurrir en su compra.

Son estos los productos que generan adicción tanto en la psiquis como en el físico de los consumidores. Siendo el proveedor el más brutal de todos los que asisten al mercado. Ya que a partir de lograr su objetivo de enviciar a un nuevo consumidor, se apropia de su voluntad y ejerce sobre él un poder enorme hasta terminar por convertirlo en su esclavo, al que luego integra a la red de ventas. Llegando a proveerles su mercancía a los integrantes de su grupo de pertenencia, extendiéndose su influencia sobre la sociedad como si fuera una mancha de aceite.

Para que existan individuos fácilmente manipulables, se los debe construir con esas características, destruyendo su educación o haciéndola lo más light posible. Por lo que no es de extrañar que se estuvieran inviertiendo ingentes esfuerzos económicos en promover pedagogías y teorías que conducen hacia ese objetivo.

De esa manera, el más brutal de los actores del mercado encontrará su camino expedito.

Eugenio García

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