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El Complejo de Víctima

29/04/2023 17:31 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

“Cuantas más desgracias sufrimos, más triviales nos volvemos: ellas cambian hasta nuestra manera de andar. Nos invitan a pavonearnos, ahogan en nosotros a la persona para despertar al personaje...”. (Émile Cioran. Silogismos de la amargura)

 

“Cuantas más desgracias sufrimos, más triviales nos volvemos: ellas cambian hasta nuestra manera de andar. Nos invitan a pavonearnos, ahogan en nosotros a la persona para despertar al personaje... Si no hubiera sido por la impertinencia de creerme el ser más desgraciado de la tierra, hace tiempo que me habría hundido”. (Émile Cioran. Silogismos de la amargura)

 

En el anterior aforismo de Émile Cioran, encontramos dos categorías que conviene tener presentes a lo largo de este trabajo; a saber: persona y personaje. Para efectos de este trabajo, y para evitar discusiones semánticas, es necesario aclarar en qué sentido deben entenderse estas categorías en el contexto de este trabajo. Entendemos por Persona un individuo concreto, abarcando tanto sus aspectos físicos como psíquicos para definir su carácter singular y único. La persona es un ser humano, capaz de cumplir múltiples roles y facultado para elegir entre dos o más opciones. El Personaje es una construcción mental elaborada mediante el lenguaje y la imagen; el personaje sólo es una imagen ficticia que el mundo nos impone o que inventamos y ofrecemos al resto del mundo. El personaje solo puede cumplir un rol predeterminado, no tiene capacidad de elección más allá del papel que representa y es en ese sentido que toma todas sus decisiones. Si tenemos en cuenta esta distinción, podremos ver, en el aforismo antes citado, una maravillosa descripción de la transformación de una víctima en victimista. Estas categorías: persona, personaje, víctima y victimista, entre otras, configuran lo que aquí denominamos complejo de víctima. Antes de continuar y con el fin de argumentar mi posición, será necesario diferenciar estos términos:

Una víctima, es la persona que sufre un daño o perjuicio provocado por otra persona o por grupos de personas; en algunos casos el daño es provocado por un caso fortuito. En derecho penal, la víctima es la persona física o jurídica que sufre un daño provocado por un delito. En todos los casos, dicho daño puede ser físico, moral, sicológico etc.

El victimista se diferencia de la víctima porque, consciente o inconscientemente se disfraza de víctima, simulando una agresión o menoscabo inexistente y/o responsabilizando erróneamente al entorno o a los demás. Mientras la víctima se relaciona con la persona, el victimista está más ligado al personaje. En la víctima podemos diferenciar su condición de víctima, realidad objetiva, de una mentalidad de víctima, condición subjetiva. En el momento en que la víctima adquiere una mentalidad de víctima, es cuando se convierte en victimista, caso este mucho más frecuente de lo que parece.

Ahora bien, como todos sabemos, Colombia es un país en el que abundan las víctimas. Más allá de los graves problemas socio-políticos, económicos y de otra índole, más allá de nuestro conflicto armado, en el fondo de todos estos problemas, subyace, como una de las raíces de todos nuestros problemas el complejo de víctima, y, por supuesto, nadie más víctima que el victimario; para la muestra, en este país abundan los botones. Para ilustrar esto, miremos, a grandes rasgos un ejemplo:

Pedro Antonio Marín: Apenas a los 13 años, Pedro Antonio Marín, se fue de la casa a buscarse la vida, sin poder compartir mucho con su madre, Rosa Delia Marín, y sus hermanos, Rosa Helena, Jesús Antonio, Obdulia y Rosa María, que vivían en una finca de no más de 20 hectáreas cerca de Ceilán (Valle). Salió tras una suma de dinero que le permitiera tener su casa, su finca y sus animales. Lo intentó de distintas maneras: fue expendedor de carne, panadero, vendedor de dulces, constructor, tendero y comerciante. Como le explico él mismo al periodista Arturo Alape: “Cosas así que le daban a uno para pasar el día y sobrevivir, pero digamos no para conseguir un patrimonio estable, aunque uno fuera un muchacho con ideas de ganador”. Su vida daría un dramático giro a partir del 9 de abril de 1948; Cuando los pájaros‟ y los „chulavitas‟[1] llegaron a Ceilán, la familia Marín fue uno de los blancos de sus acciones y fueron acusados de “nueveabrileños‟. Pedro Antonio se refugió de la arremetida en la finca de uno de sus tíos. Allí pasó seis meses, hasta cuando regresó a Génova, donde se dio a la tarea de armar una guerrilla con familiares y amigos, con la que comenzaron a atacar a los conservadores de la región. Años después, Pedro Antonio Marín, convertido ya en el personaje que interpretaría toda su vida, es decir, Manuel Marulanda Vélez alias “Tirofijo” le diría a Arturo Alape: “Alzarse en armas era la única manera de sobrevivir”, y alzado en armas, sobrevivió más de sesenta años [2].

Nadie puede dudar que Pedro Antonio Marín fuera una víctima; sin embargo, la declaración hecha a Arturo Alape, nos muestra que “tirofijo” es un claro ejemplo de víctima que deviene en victimista. Para mayor comprensión examinemos esta frase: “Alzarse en armas era la única manera de sobrevivir”. La primera parte,  “alzarse en armas” nos da una clave: una mentalidad de víctima siempre ve en la violencia, el único camino posible; esta violencia no siempre se traduce en términos de homicidio u otro tipo de agresión física, por el contrario, es la violencia en todas sus manifestaciones, activas o pasivas, física o sicológica, contra otros o contra sí mismo. La segunda parte de la frase “la única manera de sobrevivir”, confirma lo anterior. Como se mencionó arriba, el personaje, a diferencia de la persona, sólo puede cumplir un rol preestablecido y todas sus decisiones giran en torno a ese rol. Para un victimista no hay opciones, no existen alternativas, solo queda la violencia en todas sus manifestaciones. Como vemos, Pedro Antonio Marín es una persona con múltiples opciones; él mismo nos dice que cumplió diferentes roles: fue expendedor de carne, panadero, vendedor de dulces, constructor, tendero y comerciante; en contraste, Manuel Marulanda Vélez, es un personaje que solo puede cumplir un único rol; este personaje solo encuentra una manera de sobrevivir, la “única”: Alzarse en armas. Es obvio que, en Colombia, “tirofijo” no es el único ejemplo de una víctima que se convierte en victimista. Otro caso lo constituyen los hermanos Castaño:

En 1979 el padre de los Castaño, Jesús Antonio Castaño González, es secuestrado en su finca de Antioquia por el 4 frente de las FARC, Fidel Castaño paga un rescate de 10 millones de pesos pero su padre muere en manos de sus secuestradores antes de que se produzca su liberación, desde entonces Fidel y Carlos alimentaron la idea de vengar la muerte de su padre [3]. ¿Es necesario decir, cuál fue el camino que tomaron los hermanos Castaño Gil? Baste recordar el auge del paramilitarismo, las Autodefensas, mutilaciones, torturas, asesinatos, desapariciones, masacres, etc…

En los ejemplos anteriores, podemos ver una constante, entre otras, que se repite en todos los casos, se trata de lo siguiente: en un victimista, su mentalidad de víctima reafirma y justifica todo su accionar. Examinemos, pues, en qué consiste dicha mentalidad.

Mentalidad de víctima:

La lógica propia de una mentalidad de víctima se traduce en términos de una retórica demagógica, cuyo objetivo consiste en desprestigiar, de forma falaz, la argumentación del adversario dotándola como impuesta o autoritaria. Para alcanzar esto, el victimista, aquel que posee una mentalidad de víctima, adopta una postura de víctima que ubica a su adversario, de manera implícita, en la posición del atacante en el contexto de la discusión. Psicológicamente, una mentalidad de víctima puede desembocar en un trastorno paranoide, dicho trastorno consiste una tendencia a culpar a otros de los males que uno padece y resguardarse en la compasión ajena. Característica principal de esta tendencia, es una deformación pesimista de la realidad. En ella, el sujeto disfruta del lamento y queda totalmente incapacitado para la autocrítica [4]. En síntesis, el sujeto termina por convertirse en lo que Bernard Shaw llamó: “un zoquete egoísta, un manojo de dolencias y agravios, desdichado por que el mundo no se dedica a hacerlo feliz”.

“Alzarse en armas era la única manera de sobrevivir”

Características de una mentalidad de víctima son las siguientes: deformación de la realidad, consuelo en el lamento y total incapacidad para la autocrítica. Veamos:

Deformación de la realidad: el victimista, se cree una víctima del entorno o de los demás, por esta razón siempre busca y encuentra culpables, él mismo no tiene responsabilidad en nada, todo es culpa del entorno o de los demás. El sujeto exagera su pesimismo frente a la realidad, sobredimensionando lo negativo, desconfía de todo lo que pasa a su alrededor y siempre presume mala fe. Como explica el doctor Alfonso Aguiló Pastrana [5]:

“De esta actitud surge un morboso afán por descubrir agravios nimios para sentirse discriminado o maltratado con el fin de achacar a instancias exteriores una supuesta actitud perversa y agresiva que representa todo lo malo que le sucede al sujeto. De esta forma, sus prejuicios le llevan a reaccionar con crispación ante la más mínima crítica, elevada inmediatamente a la consideración de grave ofensa” [6].

Consuelo en el lamento: un victimista no puede sentirse culpable, ya que él mismo se siente víctima del entorno o los demás, por esta razón nunca se hace responsable de sus acciones. Para este personaje, existe un gran placer en el hecho de presentarse como una víctima ante los demás. Para él, la queja es, en realidad, la mejor forma de llamar la atención; constantemente se encuentra mendigando protagonismo mediante una estrategia de lamentos y forzando la compasión de los que le rodean. De esta manera, en lugar de luchar por mejorar las cosas, el sujeto solo se esfuerza por exhibir sus supuestas desdichas.

Incapacidad de autocrítica: El sujeto victimista es incapaz de extraer una crítica constructiva de lo que le rodea, tendiendo a considerar como enemigo a cualquiera que se atreva a hacerle alguna corrección. Estos personajes consideran que todo lo que les hacen a ellos es intolerable, mientras que sus propios errores o defectos son sólo simples sutilezas sin importancia que sería una falta de tacto señalar.

Pensemos ahora en cada uno de los personajes que encontramos en nuestros barrios: el sicario, el drogadicto, el paramilitar, el miliciano, el jibaro, etc. Todos ellos atrapados en un rol del que, simplemente, no hay salida; al menos eso creemos. En la lógica de cada uno de estos personajes, está impresa la certeza de que es imposible escapar del rol interpretado y dicha certeza aparece plenamente justificada por el entorno. No pueden existir las opciones en una sociedad como la nuestra. En medio del capitalismo salvaje, la violencia, el desempleo, la corrupción, la miseria etc. No hay elección, no existen alternativas. ¿Cómo puede alguien hablar de educación, trabajo y otras estupideces? Una pobre víctima de la miseria, atrapada en alguno de nuestros barrios populares, no tiene esperanza alguna de ir a la universidad; eso es para los ricos, y para comprobarlo, tenemos el ejemplo de la Universidad pública donde únicamente pueden estudiar los jóvenes de estrato 8. Además, esos estudiantes, nunca podrán ejercer su profesión, porque aquí no hay empleo; conclusión: la educación es una pérdida de tiempo. Por otra parte, el trabajo no es una opción, hay que ser muy cínico o muy imbécil para sugerir siquiera la posibilidad de un trabajo honesto; nunca, Jamás en la historia se ha visto que un ser humano haya salido adelante gracias al trabajo; trabajador es sinónimo de esclavo y nada, absolutamente nada más. Y por último digamos, que nunca, nadie, en ningún lugar del mundo, ha escuchado hablar de un caso, remotamente parecido a eso que llaman rehabilitación. Y así, podríamos continuar ad infinitum. Nunca tendremos opción, hasta que no desaparezcan del mundo el capitalismo, el imperialismo, la pobreza, los Estados unidos etc.

Es esta forma de pensar la que debemos combatir. Es necesario comprender que no tenemos porqué ser personajes, pues, como personas, tenemos opciones. Se hace necesario asumir nuestra libertad de tomar decisiones, teniendo en cuenta que cada decisión implica unas consecuencias, buenas o malas, que es nuestra responsabilidad asumir. La protesta y la queja son derechos; la protesta y el rebelarse contra la injusticia son derechos y deberes morales que no podemos evadir, pero con argumentos, con propuestas, con contenido; no una queja vacía y violenta cuyo único argumento se reduce a un lamento sin sentido, o a un afán de ofender, o a una mera obsesión por derramar sangre y causar daño a toda costa. Es necesario asumir el hecho de que, como personas, podemos cumplir múltiples roles; por supuesto que esto no es fácil, de hecho es una de las tareas más difíciles, pero también es necesario, luchar, no sólo por aprender el valor del esfuerzo, sino también por desterrar el facilismo. También es importante, centrarnos en la noción de elección; para bien o para mal, la vida está llena de opciones y, en este sentido, a medida que uno elige se va haciendo mejor o peor persona, pues al final, como enseñaba Epicteto de Frigia, lo que nos afecta no son las situaciones, sino lo que pensamos de esas situaciones, de ahí que algunos prefieran ser personajes, mientras otros buscan opciones y eligen ser personas.

 

NOTAS:

1 Se denominan Chulavitas, o Policía Chulavita, a un grupo armado de élite en Colombia que existió durante los primeros años de los años de "la violencia", conformado por campesinos conservadores procedentes de la vereda "Chulavita" del municipio de Boavita en el departamento de Boyacá, reclutados por la policía boyacense, la cual era subordinada al gobierno de turno, para restablecer el orden en Bogotá, la cual estaba sumida en el caos del Bogotazo propiciado por los liberales enfurecidos debido a la muerte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán. Los Chulavitas cumplieron su misión con eficacia, aunque mediante masacres; luego fueron usados como contrapeso a las guerrillas liberales provenientes de los llanos orientales, razón por la cual algunos historiadores los definen como paramilitares. Más información en: Casas Jerez Ulises. Del chulavitismo, el pajaritismo y el paramilitarismo. Pág. Web: http://www.escuelaideologica.org/php/?sec=revista/911

2 Revista Semana. “Un campesino en armas”. Sábado 24 Mayo 2008. Pág. Web: http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=112107.

3 Equipo Nizkor y Derechos Human Rights. Colombia Nunca Más. Crímenes de lesa humanidad. Cap VII. editado en Internet el 10may01 por el Equipo Nizkor y Derechos Human Rights pág. Web: http://www.derechos.org/nizkor/colombia/libros/nm/z14I/cap7.html.

4 Aguiló Alfonso, La retórica victimista. Pág web: http://www.fluvium.org/textos/etica/eti396.htm

5 Alfonso Aguiló Pastrana, vicepresidente del Instituto Europeo de Estudios de la Educación y director de Interrogantes.net El confort de la derrota.

6 Aguiló Alfonso, La retórica victimista. Pág web: http://www.fluvium.org/textos/etica/eti396.htm


Sobre esta noticia

Autor:
Julian Naranjo (18 noticias)
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