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El búfalo de agua (Bubalus bubalis) es un gran bóvido procedente del sudeste asiático.
Hoy en día se encuentra tanto en estado salvaje como doméstico, y ha sido introducido en muchos otros lugares: hacia el año 600 lo hizo en Oriente Próximo y el norte de África; durante las Cruzadas o, más probablemente, en la época del Imperio otomano, en Bulgaria e Italia; y en el siglo XIX lo hizo en el norte de Australia, donde se ha asilvestrado y desarrollado algunas diferencias en su aspecto respecto a sus antepasados de Indonesia. Aun así, Asia sigue acogiendo al 95% de la población mundial de este animal en la actualidad.
Es un bóvido bastante grande, de casi dos metros de altura y que puede alcanzar los 1200 kilos de peso en el caso de los machos, y no más de 1000 en las hembras. Gran parte del cuerpo está desprovisto de pelo o lo presenta rígido y en muy corta longitud, siendo su color variable desde el blanco hasta el negro. Los cuernos están aplanados y se curvan hacia atrás, con las puntas muy separadas, llegando a un metro de separación máxima entre una punta y otra.
El apelativo de ‘búfalo acuático’ o ‘búfalo de agua’ procede de su preferencia por las áreas encharcadas o pantanosas, donde se sumerge parcialmente y camina sobre el lodo del fondo sin dificultad, gracias a sus anchas pezuñas que le impiden hundirse en exceso.
Aunque puede ser peligroso en estado salvaje, es un animal muy dócil cuando ha sido domesticado.
Desde tiempo atrás se le ha utilizado en el sudeste asiático para tirar del arado, sobre todo en los arrozales, donde su capacidad para moverse en zonas encharcadas resulta muy útil y por ello es preferido a otros bovinos domésticos. En Europa (especialmente en Italia) también cumple esta función, además de producir la leche para el queso mozzarella usado en las pizzas. También se aprovechan su carne y piel (últimamente, usada con bastante frecuencia para forrar los cascos de motociclista).