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Hola, comparto la editorial de la agencia compañera La Paco Urondo, creo que es bastante claro el posicionamiento que debemos tener todos los militantes comprometidos con un proyecto nacional y popular, en sintesis coincido con lo mencionado allí: tendrá en ciernes un desafío enorme (que hasta el momento no pudo resolver) porque más allá de los paliativos que gracias a este gobierno se otorgan a los sectores más postergados (nos referimos a la AUH, Progresar, y muchos programas más que amplian la seguridad social y otorgan derechos) vamos a tener que ser concientes que hay que plantarse ante las corporaciones que controlan el mercado que poseen posiciones monopólicas y pueden generar un descontento (que siempre recae sobre el Estado y ellos salen limpios gracias a la tarea desinformativa y a la idiosincracia local de pensar que el Estado es responsable de todo menos de cuando le va bien a uno), además de emplear medidas bien peronistas como establecer una Junta nacional de granos, una reedición del IAPI para acabar con la especulación agrogarca. En fin, detallecitos que no lo son y tendra que demostrar este gobierno que más de una vez se mostró cojonudo.
Luego de una depreciación controlada de la moneda durante diez años, el Gobierno Nacional devaluó 62% en un año y 23% en veinte días. Nuestra mirada. Una devaluación tan aguda es una bruta transferencia de ingresos a los grupos exportadores. En mayor medida a los agropecuarios y en menor a los grandes industriales. Este instrumento -la devaluación no controlada- siempre va en detrimento de los sectores populares y de la masa trabajadora. Se llegó a esto luego de muchas idas y vueltas con respecto a la política cambiaria. Pensemos en los trabajadores informales, en los desocupados y subocupados. La medida impacta de lleno en su poder adquisitivo y devienen la variable de ajuste. También en la masa trabajadora formal, con un futuro previsible de salarios licuados. La realidad en algunos barrios es dramática y es fácil anticipar que la situación arrojará un descontento aun mayor.El escenario se torna más complejo de analizar cuando es un gobierno popular el que decide utilizar un instrumento económico antipopular para reordenar y darle más competitividad a la economía. El kirchnerismo, como movimiento que lleva adelante los destinos económicos del país, cuenta con algunas herramientas como para poder amortiguar los resultados que acarreará esta decisión: Asignación Universal por Hijo, el reciente plan lanzado Progresar, la suba del Salario Mínimo Vital y Móvil, el aumento de las jubilaciones y las paritarias.Pero debido a lo dramático de la medida, es urgente una batería mayor de medidas que contrarreste lo decidido. Esto es: más ingresos directos a los sectores populares. Seguramente existan, en el flamante equipo del Ministerio de Hacienda, quienes puedan diseñar estas respuestas. Valgan estos ejemplos de la historia nacional: suba de retenciones, la Junta Nacional de Granos, gravar la renta financiera. Además, actuar sobre la problemática de los subsidios a las tarifas de gas y electricidad, donde el Estado aún no ha podido discriminar entre quiénes los necesitan y quiénes no. Los cortes de suministro eléctrico sufridos en diciembre y enero, marcaron que los servicios son caros para los recursos públicos e inservibles para buena parte de la sociedad.Si el Gobierno no logra afinar la instrumentación y mejorar fuertemente el control de los "precios cuidados", la decisión de devaluar tan bruscamente se trasladará a los precios y los sectores populares contarán con menos dinero para subsistir. La conducción política de la economía que lleva adelante Cristina Fernández de Kirchner deberá aparecer en todo su esplendor para que los sectores populares no sean los perjudicados de una decisión con demasiados malos recuerdos en la Argentina. Confiamos en que esto se haga, y pronto.