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Sobre la docencia universitaria y cuáles son los desafíos que podemos sostener para entenderla
La educación es uno de los pilares fundamentales de la humanidad. Ejercerla es saber que vamos a dedicarnos a un oficio que puede que no rinda bien para resolver las cuentas pero que se ubica dentro de esa corriente de acciones que buscan un lugar significativo dentro del mundo y que sienten que desde las almas individuales pueden cambiarse personalidades. Si se trata de la docencia universitaria, es una responsabilidad que puede incluso tornarse peligrosa: se enseña a pensar no para un mundo, o para convivir en él, como en primaria o en secundaria, sino para comprenderlo cuestionándolo. Es por eso que nunca está demás pensar en los desafíos sobre la docencia universitaria.
Preparación
Gilles Deleuze, uno de los filósofos más atractivos para la modernidad, fue también profesor en Francia a lo largo de 30 años. En una de sus reflexiones escribe que la preparación es fundamental para los profesores. Incluso propone un cálculo: cada hora de preparación puede darnos tan solo un minuto de inspiración.
Y la inspiración es lo que mantiene viva las ganas de enseñar, de educar. De allí radica la importancia de que en cada momento de nuestro oficio tiene para nosotros acompañar las clases con buenas investigaciones. Mantendrán el espíritu alerta y, claro, permitirán que las clases sucedan. Y sucedan bien, con convicción y músculo. Lo restante puede ser tan ornamental como los adornos de aluminio en las puertas.
El histrión, las clases
Otro de los desafíos que posee la docencia universitaria es la de generar interés en los estudiantes. Si bien se pretende que la información impartida puede ser lo suficientemente atractiva como para reunir a los estudiantes en el salón, la nuestra es una generación a la que le cuesta la atención.
Así que no está demás hacer la clase un tanto atractiva. No es capricho ni treta para complacer a los estudiantes: es un recurso tan viejo como la oratoria. El recurso del histrión: que lo que se diga se entienda como parte de un espectáculo.
Docencia universitaria o del entusiasmo como arma
Y es que ser docente universitario es tratar de entusiasmar al auditorio con las armas con las que podamos contar. Con el entusiasmo, en tiempos en los que el mercantilismo parece infectar todas las actividades humanas, sabemos que la universidad puede mantenerse viva.
¿Por qué? Porque un estudiante que se entusiasma con una materia, no lo está haciendo por su campo específico sino también, y sobre todo, por las ganancias espirituales que existen en el momento que se investiga. Y con eso puede seguir vivo el conocimiento.