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Frente a los múltiples hechos relacionados con maltrato contra la mujer, que se han presentado en diversos lugares del mundo, es necesario cuestionar y conocer la realidad de ellas
El derecho no es cuestión de género
En diversas partes del mundo, miles de mujeres soportan maltrato físico, psicológico y verbal como consecuencia de la cultura o las tradiciones de su comunidad o como resultado de un NO frente a una propuesta. Las excusas para aislarlas y someterlas a vejámenes masculinos y a humillaciones sociales que las minimiza en su ser y les obstaculiza el camino para una denuncia, son frecuentes y además de ello creíbles para las víctimas.
Aquellas que toman la decisión de asumir las consecuencias de sus actos con la convicción de defender sus derechos, por encima del daño que pueden recibir, se aventuran en una odisea de burlas, censuras, cárceles y muerte, que son sustentadas como traición y deslealtad a su religión, política y cultura, la trinidad presente en el apoyo o aceptación de la denigración femenina en algunas sociedades.
El desconocimiento de casos similares en otros lugares del mundo ajenos por su lengua, creencias y geografía, a muchas realidades de las mujeres, las hace pensar que son las únicas víctimas de este abuso y que además, son culpables de que los hombres, generalmente los actores de las agresiones, levanten su poder contra ellas.
Unas quedan heridas en el cuerpo y en el alma y deciden morir, otras por el contrario optan por denunciar y mostrar al mundo la involución de los derechos de género, quizás llama la atención del mundo el trabajo de activistas y defensores, pero la acción sigue siendo mínima frente a la vida cotidiana de muchas.
La realidad no es cuestión de género, los derechos para hombres y mujeres deben ser iguales
Casos en el mundo que no son centro de morbo de los medios, quizás por las implicaciones políticas y los olvidos del poder que traen tras de sí, demuestran el dolor, el aislamiento, el miedo y la complicidad que asumen numerosas mujeres solo para ‘subsistir’ en un mundo misógino, que nos convierte en centros de atención sexual, reproductiva y escultural.
La realidad no es cuestión de género, los derechos para hombres y mujeres deben ser iguales, unos los tienen desde el inicio de los tiempos, otras por el contrario los hemos luchado y obtenido en papel, no es la cotidianidad, aún así, somos actoras de hechos históricos recordados por muchos, pero modificados por otros, para conveniencia ¿quién?
Algunos hombres han generado conciencia frente a esta realidad, como ellos, se han dado cuenta que somos seres humanos que merecemos respeto, misma oportunidad, vida digna y derechos humanos, ellos se unen a la causa y es necesario que muchos otros lo hagan para minimizar los actos de intolerancia, discriminación y humillación frente al género femenino.
Somos mujeres, somos personas diferentes, pero con los mismos derechos.