Los delegados del Gobierno ostentan la condición de Alto Cargo, equivalente a la de subsecretario de Estado. Sus funciones principales son las de representar al Gobierno en la Comunidad Autónoma correspondiente, así como las de dirigir la Administración del Estado en el territorio autonómico y coordinarla con la Administración propia de la Comunidad Autónoma para la que hayan sido nombrados.

Un delegado del Gobierno debiera actuar siempre con arreglo a la responsabilidad y decoro que requiere el puesto. Conviene no olvidar que están al servicio de todos los ciudadanos de su Comunidad. Es de esperar, por tanto, que ejerzan con la diligencia y oportunidad debidas en todos los asuntos de su competencia y, por supuesto, en lo tocante a emitir opiniones que puedan poner en entredicho su imparcialidad como servidores púbicos.

Teniendo entre sus funciones la de ejercer la jefatura de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado -bajo la dependencia del Ministerio del Interior-, no es propio que la recién nombrada delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, acuda como contertulia a programas como "El gato al agua" -en Intereconomía TV, el pasado 25 de enero-, para opinar sobre temas controvertidos de la actualidad política y judicial española. Entre otros, la situación judicial del juez Garzón, las imputaciones al ex ministro Blanco o la absolución del ex presidente Camps. Asuntos todos sobre los que la señora Cifuentes puede tener una opinión y manifestarla, como cualquier ciudadano, pero no en calidad de tertuliana de un programa de televisión emitido, además, en prime time. Un delegado del Gobierno debe tener restricciones derivadas del cargo, incompatibilidades, que suele decirse, mientras lo ejerce.

Genera mala imagen que alguien con rango de subsecretario de Estado se permita esas licencias. En particular por el asunto crematístico. Es de dominio público que a los debates televisivos no se va gratis et amore. Por tanto, la pregunta que se deriva de ello es si la señora Cifuentes no tiene bastante con su sueldo de Alto Cargo y precisa de complementos salariales para llegar a fin de mes.

Por sentido común -el menos común de los sentidos-, la delegada del Gobierno no debería ser contertulia en ningún medio de comunicación, como venía haciendo con anterioridad a su nombramiento. Otras personas de su Partido como José Manuel Soria, García-Margallo, Arias Cañete o el independiente José Ignacio Wert, dejaron de ser tertulianos de "El gato al agua" en cuanto juraron sus cargos. El ministro Soria ha vuelto con posterioridad, pero para ser entrevistado por el conductor del programa acerca de cuestiones relacionadas con su Ministerio.

Convendría que algún superior jerárquico hiciera ver a la señora Cifuentes que una delegada del Gobierno tiene obligaciones que hacen incompatible su puesto con otros medios de obtener ingresos. Y cabría decir lo mismo, si lo hiciera por afición solo. No es ni propio ni adecuado que alguien con rango de subsecretario de Estado vaya por las televisiones polemizando, siendo además innecesario y contraproducente para el ejercicio de su función.

Algo similar habría que decirle al señor Gil Lázaro que ha sido nombrado Secretario Primero de la Mesa del Congreso, órgano de dirección y gestión del Congreso de los Diputados, y sigue acudiendo a ese mismo programa como un contertulio más. No es serio ni coherente que compatibilice las colaboraciones en los debates televisivos con el cargo que ocupa, considerando la dignidad y responsabilidad del mismo.

Lo siguiente podría ser encontrárselos en la "Noria" de Telecinco, como ya hicieran el ex ministro Blanco y el ex presidente del Congreso, José Bono.