A diferencia de muchas otras especies, estas tortugas no hibernan durante el invierno. Para los propietarios principiantes, las tortugas de patas rojas pueden ser una excelente opción debido a su contextura robusta y a los escasos requerimientos de atención para su cuidado.

Una de las primeras cuestiones a tener en cuenta al momento de adoptar una tortuga de patas rojas como mascota, es encontrar un veterinario entendido en reptiles para realizar un chequeo general y determinar su estado de salud. Además, es bueno tener como contacto a un especialista para cualquier tipo de emergencia que pueda surgir con el animal.

Para mantener una tortuga de patas rojas en ambientes de interior, será necesario contar con un acuario de grandes dimensiones, de modo que le permita moverse con total comodidad. La base de la pecera puede tener arena o tierra. En el caso de que la tortuga viva al aire libre, puede mantenerse dentro de un corral en el jardín, con las dimensiones adecuadas.

Más allá del lugar donde viva la tortuga de patas rojas, es importante prestar mucha atención a las inclemencias del tiempo y brindarle protección en aquellos momentos de frío o calor excesivos. Su hábitat debe contar con un recipiente que tenga agua limpia y fresca en todo momento. En cuanto a la alimentación, la dieta puede ser bastante variada e incluir plantas de hojas verdes, frutas, vegetales y algunas porciones de materia animal como por ejemplo camarones o pollo.