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El británico suma su cuarta victoria en cinco esprints
Cuando llegamos a esta pequeña localidad de 1.800 habitantes cargada de historia, en Borgoña, una zona plagada de viñedos, pensamos que a Mark Cavendish le iba a tocar descansar, que no era su día. La meta estaba en una ligera subida, no muy pronunciada, pero sí que picaba lo suficiente como para ponerle en problemas. Cuando vimos al equipo Columbia trabajar, entendimos que a Cavendish le daba lo mismo como fuese la meta.
Cuando le vimos ganar, comprendimos que el británico tiene un reto con la historia, primero del Tour, y luego del ciclismo. La suya se ha convertido en una batalla personal. Lo primero que ha conseguido es igualar el número de triunfos de un corredor británico en el Tour, con ocho. Cuatro de ellos los ha logrado en esta edición. Barry Hoban fue un esprinter galés, íntimo amigo de Tom Simpson, que sumó esas etapas en todas sus participaciones en el Tour.
Cuando Simpson se dejó la vida en el Mont-Ventoux, Hoban estaba allí. Aquella historia, mil veces repetida, dejó en un segundo plano otra más humana: Hoban acabaría casándose con la viuda de Simpson, Helen.
Erik Zabel, el consejero de Cavendish en su preparación en las llegadas, dice que puede convertirse en el esprinter con más triunfos en toda la historia del Tour. Lo tiene fácil, siempre y cuando le acompañe la salud, no sufra caídas y no se pierda en los oropeles a los que conduce en muchas ocasiones la fama.
Cifras de récord
Hablamos de un ciclista de 24 años que en tres participaciones en la carrera suma ocho triunfos, uno más que Thor Hushovd en siete. Zabel, su mentor, en trece participaciones logró doce victorias, Mario Cipollini, en ocho, consiguió doce. El australiano Robbie McEwen en once tours, sumó doce triunfos. Le queda lejos un nombre que pasa más desapercibido, el de André Darrigade, que ganó ¡22 etapas! en catorce participaciones, entre los años 50 y los 60.
Zabel y el Columbia le han rodeado del mejor "treno" (grupo de corredores) que hay ahora mismo en el ciclismo mundial, tiene tan automatizados sus gestos que la única forma de impedirles vencer es romper ese treno, hacerle grietas, como intentó el Milram, colocando hombres al lado de Cavendish. Todo es inútil. puesto que va tan pegado a Renshaw que parecen sólo un corredor. Y si no, te sacan a codazos.