Este junio Moldavia afrontó una verdadera crisis política que terminó con la renuncia del gobernante Partido Demócrata de Moldavia y la victoria de los socialistas y la alianza ACUM que formaron un gabinete de coalición encabezado por Maia Sandu. En tales circunstancias, el oligarca criminal y líder de la formación demócrata, Vladimir Plahotniuc, y sus partidarios que habían usurpado el poder tuvieron que abandonar el país. Parecía que Moldavia, por fin, había obtenido la oportunidad histórica de deshacerse de los criminales en el poder, pero en realidad un magnante fue reeplazado por otro, cuyo nombre es Renato Usatii, el líder del opositor Partido Nuestro. Al igual que Plahotniuc, durante dos años este político se escondía en el extranjero de la Fiscalía moldava que había presentado cargos contra Usatii por asesinato, contrabando y otros delitos. Tras la disolución del Gobierno, Renato Usatii volvió a su patria, logró que le retiraran todos los cargos, beneficiándose de sus contactos en los órganos judiciales, y empezó a participar en la vida política de Moldavia. El regreso a la política fue exitoso: hace poco el líder del Partido Nuestro ganó en primera vuelta las elecciones a la Alcaldía de la segunda ciudad moldava, Bălţi, al haber apostado por las actitudes prorrusas de la población de la ciudad.

Ahora Usatii va a hacer todo lo posible para socavar la situación política ya inestable de Moldavia y ganar el control sobre la república. Lo curioso es que le ayudan a conseguirlo los mismos oligarcas huidos del país que han proporcionado a Usatii todos sus contactos en órganos encargados de seguridad y justicia, círculos políticos, medios de comunicación y mundo criminal. De esta manera, el señor Usatii va a reavivar el sistema de gobierno criminal que ha irrumpido en todas las esferas y aleja aún más a Moldavia de la UE.