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El choque entre trabajador y empresario, entre reivindicación e imposición, entre argumentos siempre contraopuestos aunque en ocasiones perfectamente válidos, sigue en la brecha más que nunca
- Si no haces bien tu trabajo, ya sabes lo que puede pasar.
- Te aseguro que no hay nadie más interesado en que algo que lleve mi nombre o que sea de mi responsabilidad, salga bien.
- Pues trabaja como se te pide.
- Pues pagad como nos merecemos.
Argumento de la empresa y sus acólitos: si no rindes al nivel requerido, recomendado, impuesto por la empresa que te paga tu sueldo, te vas a la calle. ya habrá otros que te sustituyan. que te reemplacen como piezas de recambio en una cadena de montaje.
- Pero yo hago bien mi trabajo.
- Y por eso se te paga.
- Pero considero que no es suficiente. no sólo por el número de tareas sino por los horarios y las condiciones.
- Pues es lo que hay.
Gran argumento. y aún hablan de productividad. españa es el país de europa en el que más horas se dedican al trabajo y en el que menos se rinde por hora trabajada. los sesudos análisis se quedan en la superficie, en el mero resultado sin entrar a valorar los motivos de semejante corntradicción. es como decir que hay hambre en etiopía porque los etíopes no comen. axiomas, sofismas, entelequias.
- Mira. piensa en un burro de carga. si lo tienes alimentado y lo dejas descansar el tiempo que su constitución exige, rendirá como el que más. porque no entra a hacer más valoraciones, porque no tiene raciocinio.
- ¿y?
- Que si a ese mismo burro, le reduces la ración de comida a la mitad, le amplias la jornada sin variar el sustento o le impides descansar o trabajar en condiciones, la pobre bestia rendirá la mitad.
Y el trabajador ya ha dejado de ser una bestia de carga. aspira a tener cubiertas otras necesidades, aspiraciones que antes eran tachadas de reaccionarias y que ahora son reconocidas como naturales en el siglo en que vivimos y en el modelo de sociedad que se aspira a construir.
- Pero vosotros no sois bestias de carga.
- Pero a otro nivel se nos trata como tales. pretendéis que rindamos al cien por cien cambiando aletoriamente y a vuestro antojo nuestras condiciones de trabajo, y sin ofrecer compensaciones a cambio. y aunque lo hagamos bien, puede que llegue un día en que, sin más, se nos diga que no volvamos. que por exigencias de la producción u otros etéreos motivos, nuestros servicios ya no son necesarios.
- Eso depende del mercado.
Y, como bien muestra la realidad, nuestro día a día, es muy frecuente que una pieza perfectamente engrasada, perfectamente engranada en el sistema, sea rechazada o reemplazada por otra menos vieja o más económica.
- Con lo cual, todos estamos a expensas del mercado, ¿no?
- sí.
- pues entonces yo seguiré haciendo mi trabajo, tú seguirás mandando, mi rendimiento será el mínimo ajustado al salario que me pagáis, tu aspiración será conseguir más resultados sin aportarnos estímulos, y todo continuará igual.
- Eso lo veremos.
- Sí. hasta que uno u otro se lleve el gato al agua.
Y mientras tanto, los informes de la ocde seguirán reflejando que la productividad en españa es la propia de país tercermundista.
Cosas del mercado.