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Se está trabajando en una corrida de toros en Las Vegas, en donde los toros no morirían
No me gustan los toros ni ese mundillo machote del que hacen gala. No me gusta que cuando surge una figura femenina sea rechazada y discriminada hasta el punto de tener que abandonar algo por lo que tanto ha luchado. No me gusta que en el resto del mundo vean a nuestro país, con tantas tradiciones y costumbre maravillosas e interesantes que posee, como un país lleno de hombres que torean a todas horas. Y no me gusta porque fuera no conocen al cien por cien "nuestra fiesta nacional". No saben la brutalidad que hay tras una corrida de toros. Ese festival de sangre y dolor. Esa cantidad de utensilios punzantes con los que una y mil veces es masacrado un noble animal. El rastro rojo de sangre en la arena y el olor a sufrimiento, ese olor que no se va nunca, ese olor que permanece en el ambiente hasta el fin de la masacre mientras los fieles y condescendientes espectadores piden que le corten uno de sus miembros como premio, como recuerdo para el valiente que se ha jugado la vida delante de él.
Ahora parece que en Las Vegas, un empresario mexicano va a importar nuestra fiesta nacional para goce y disfrute del pueblo americano. Y para goce y disfrute de su bolsillo que cubrirá de dólares. Para ello, tal caballero ya ha contratado a la flor y nata del toreo español, que sin dudarlo un instante han aceptado cruzar el charco. Sin embargo, la celebración no será del todo completa. Las rígidas leyes norteamericanas impiden matar y maltratar animales en espectáculos y eventos públicos por lo que los toreros no usarán espadas ni banderillas de verdad y tendrán que contentarse con fijar tales utensilios en el toro mediante una especie de velcro que irá sujeto en el lomo del animal.
¿Por qué no hacer esto en España? Parece increíble que a estas alturas de la vida, el pueblo americano tenga que darnos una lección de cómo se debe respetar y tratar a un animal que como nosotros es un ser vivo. Una lección de ética. Más tarde, los toreros nacionales responderán a esta pregunta con ambigüedad.¿Por qué matamos al toro? Dirán que no es lo mismo. Que la tradición es esa o que es algo personal entre él y el animal (al que por cierto matan porque quieren mucho). Afirmarán convencidos que si no fuera por las corridas, los toros bravos ya no existirían. Que se habrían extinguido. También dirán que es un "espectáculo" que mueve mucho dinero y del que vive mucha gente. En definitiva, todo razones banales y aburridas, expuestas desde los años de Gary Cooper y que dentro de muchos años no habrán cambiado porque en tal tema no hay más que este tipo de justificaciones triviales e insustanciales. Podrán cambiar las razones para defender una matanza pero la sustancia siempre será la misma.