El corazón de la reina María de Rumania, encerrado en un caja de plata, descansará en el palacio de Pelisor, en los Cárpatos, después de un periplo que ha durado 77 años.

El último resto mortal de la soberana (1875-1938), nieta de la reina Victoria, salió el martes por la mañana del museo nacional de historia de Bucarest donde reposaba desde 1971.

La caja, recubierta con las banderas rumana y británica y acompañada por los himnos de los dos países, fue transportada por soldados del regimiento de guardia, escoltados por ocho gendarmes a caballo.

El cortejo, en el que participaron descendientes de la reina así como personalidades rumanas y extranjeras, bajó por uno de los principales bulevares de Bucarest, el Calea Victoriei, en presencia de centenares de curiosos.

La caja fue colocada en un coche que lo llevará hasta el castillo de Pelisor, 120 km al norte de la capital. El corazón reposará en un pedestal detrás del sofá "donde la reina María murió el 18 de julio de 1938, a las 17H38", indicaron sus descendientes, que viven en Bucarest.

El deseo de la reina, esposa de Ferdinando de Rumania que reinó entre 1914 y 1927, era que su corazón reposara en un santuario construido especialmente en la ciudad de Balcic, a orillas del mar Negro. La familia real tenía allí un castillo que era su residencia preferida.

Pero esta región pasó a formar parte de Bulgaria en 1940, a la que sigue perteneciendo, y la familia decidió dejar temporalmente el corazón en el castillo de Bran, en los Cárpatos.

Sin embargo, según los herederos de la reina, la capilla del castillo "fue profanada por el régimen comunista" y el corazón fue trasladado al museo nacional de historia en 1971. Desde allí los familiares decidieron finalmente trasladarlo a Pelisor, "el lugar donde su corazón latió por última vez".