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El compromiso del Grupo de los Ocho (G-8) en materia de cambio climático de reducir en 80 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el 2050 es solo una "aspiración", según el gobierno de Ottawa. Louis-Gilles Francoeur, reconocido especialista del medio ambiente del diario Le Devoir de Montreal, afirmó que el G-8 no se movió de sus posiciones "mientras hace creer lo contrario". El analista recordó que el objetivo de frenar en dos grados el alza de la temperatura global, considerado como el "éxito" de la cumbre del G-8, había sido aprobado en la reunión de la Convención Marco del Cambio climático de naciones Unidas (ONU) en Bali, en 2007. Resaltó la crítica del Secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien dijo que en L"Aquila, Italia, se dejó pasar "una oportunidad única" de hacer avanzar un plan internacional de reducción de las emisiones de GEI para el período 2012-2020. La percepción de Francoeur es confirmada por la declaración del ministro canadiense del Medio Ambiente, Jim Prentice, quien en L"Aquila dijo a la prensa canadiense que el compromiso del G-8 es una "aspiración" y no metas concretas para los países industrializados. Canadá no necesita cambiar su política en materia de cambio climático porque el comunicado "muy cuidadosamente se refiere a agregados" en las reducciones, no a un compromiso de cada uno de los miembros del G-8, según Prentice. Canadá abandonó oficialmente el objetivo del Protocolo de Kyoto -del cual es signatario-, de reducir hacia el 2012 sus emisiones de GEI por debajo del nivel de 1990, y ahora habla de reducciones a partir del nivel alcanzado en 2006. Para Prentice "el concepto (del G-8) es que entre los países desarrollados habrá algunos que asumirán objetivos de reducción que son más altos (que el 80 por ciento) y otros que tendrán objetivos más bajos que eso". Clare Demerse, del Pembina Institute de Alberta, dijo que para alcanzar a limitar en dos grados el aumento de la temperatura global en 2050 se necesita reducir las emisiones de GEI en 80 por ciento por debajo del nivel de 1990. "Y no importa que medida se use, el objetivo canadiense se queda corto de la declaración del G-8 sobre los objetivos para el 2050. Canadá está entre los más grandes emisores de GEI del mundo (.) y tiene la capacidad de hacer mucho más", según Demerse. Para el analista ambiental de Le Devoir lo acordado en L"Aquila es "un retroceso mientras tratan de hacernos ver que se avanza", por la falta de objetivos a mediano plazo -el 2020-, lo que explica "que los países emergentes y en desarrollo (.) no hayan mordido el anzuelo". Francoeur señaló que en materia de cambio climático la posición de Estados Unidos "sigue siendo más ambigua de lo que parece" cuando se ven las cifras del proyecto Waxman-Markey en el Congreso, de reducir en 17 por ciento las emisiones de GEI de ahora al 2020. Esta reducción bajaría las emisiones del GEI al nivel de 1990, un objetivo 20 por ciento inferior al adoptado por la Unión Europea y 25 por ciento menor que el de la Comisión científica de la ONU para el cambio climático. Los expertos canadienses también apuntan que en L"Aquila los países ricos prometen que financiarán, para los países pobres, la tecnología para reducir las emisiones de GEI, pero que no pusieron una cifra. Lo positivo del G-8 en L"Aquila, en cambio climático, es que "fue sin duda una etapa obligada hasta que el Congreso estadunidense no comprometa jurídicamente a Estados Unidos en un sistema de topes de emisiones y de cambio de créditos", señaló Francoeur. Mientras tanto el gobierno canadiense sigue sin aplicar reducciones en las emisiones de GEI, causadas en su mayor parte por la extracción de petróleo de las arenas bituminosas y las centrales carboeléctricas, porque está a la espera de la política que adoptará Washington, para entonces adaptarse. Prentice apuntó en L"Aquila que Canadá "está simplemente vigilando sus intereses económicos", añadiendo que su gobierno quería hacer "las cosas bien" pero "de una manera que asegure que no nos convertiremos en mendigos".