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Cuando nos vemos obligados a lidiar con situaciones particularmente estresantes somos víctimas de un fenómeno muy llamativo: nuestra percepción se restringe y nos focalizamos en el peligro. Desarrollamos una visión en túnel en la que todo lo demás se difumina. Así terminamos centrando nuestros esfuerzos y energía en lo que nos preocupa o asusta.
Sin darnos cuenta, terminamos naufragando en una isla de angustia, nos vamos consumiendo poco a poco en las preocupaciones. No logramos ver el cuadro completo, sino que nos hundimos cada vez más en una espiral de peligros reales e imaginados. Vamos perdiendo el contacto con la realidad, lo cual nos hace responder de manera desadaptativa.
Por eso, cuando atravesamos épocas complejas marcadas por los cambios y la incertidumbre, necesitamos una herramienta psicológica especial: la conciencia situacional.
¿Qué es la conciencia situacional?
La conciencia situacional es saber lo que sucede a nuestro alrededor. Implica trazar una especie de mapa mental que nos ayude a comprender dónde estamos, qué nos rodea y cuáles son los desafíos que nos acechan. Esta habilidad nos permite ver con claridad lo que está ocurriendo para elaborar un plan de afrontamiento eficaz
En práctica, la conciencia situacional es como alzar la vista del suelo para percibir cada cosa que nos rodea. Es permitirnos tomar una distancia psicológica de la situación para verla con más perspectiva, una perspectiva que nos permita analizar nuestras oportunidades y decidir con conocimiento de causa.
Los tres niveles de la conciencia situacional
Eso significa que la conciencia situacional determina nuestra respuesta ante los diferentes eventos de la vida. Nos permite saber si en determinada situación es mejor hablar o callar. Si debemos atrevernos a dar un paso adelante o si es mejor dar un paso atrás y esperar. De hecho, su importancia es clave en muchos ámbitos profesionales. Un estudio desarrollado en el Colegio de Medicina Baylor de Houston descubrió que en los casos de errores diagnósticos de los médicos se evidenciaba la falta de uno de los componentes de la conciencia situacional.
¿Qué causa la pérdida de conciencia situacional?
La falta de conciencia situacional nos conduce a un estado de "estupidez situacional", que consiste en mantener una posición irreflexiva y/o ignorante en la que no tomamos en cuenta los factores del entorno para tomar nuestras decisiones. Entonces corremos el riesgo de desconectarnos de la realidad y actuar motivados por deseos irrealizables y expectativas irracionales.
¿Cómo desarrollar la conciencia situacional?
El primer paso para activar la conciencia situacional es saber dónde estamos. No se trata de ubicarnos en un espacio físico, sino de hallar ese punto vital que nos reconduzca al presente y nos permita percibir todos los factores que están determinando nuestra vida en este preciso momento. Para ello podemos realizarnos diferentes preguntas:
El segundo paso consiste en encontrar un sentido, trazar un mapa mental que nos permita reconocer patrones. En muchos casos tendremos que excavar en nuestras experiencias pasadas para encontrar el sentido a lo que está ocurriendo pero en otros casos necesitaremos romper viejos esquemas para encontrar el significado.
El tercer paso consiste en proyectarnos al futuro. En este caso debemos combinar los datos objetivos que hemos recopilado con nuestra intuición, sobre todo cuando el futuro entraña un elevado nivel de incertidumbre. La inteligencia intuitiva puede ser providencial en estos casos. Podemos preguntarnos:
No obstante, para desarrollar una conciencia situacional realmente eficaz en situaciones de estrés, necesitamos acompañar cada uno de esos pasos con una actitud serena, una mirada atenta pero relajada, discretamente distanciada de esa realidad que estamos evaluando. Solo así podremos reducir el estrés a un nivel aceptable que nos permita ampliar nuestra percepción, desarrollar una perspectiva más amplia y elaborar un plan de acción viable para el mañana.
El presente está lleno de desafíos y el futuro es una dimensión borrosa, pero se irá perfilando a medida que calibremos nuestra brújula interior. Saber dónde estamos y dónde queremos llegar es un buen punto de partida que nos brindará la seguridad necesaria para navegar por la tormenta.
Fuente: https://rinconpsicologia.com/conciencia-situacional/