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Ganar o perder unas elecciones no dan mayor o menor valor a las personas. Te felicito por haber ganado tantas elecciones, pero eso no te da el derecho a insultar y a menospreciar a las personas que tenemos idéntico derecho al tuyo para interesarnos en la política aun sin ganar una elección
Te escribo a nombre mío, de nadie más. Soy un ciudadano, común y corriente. De compañerismo entre los dos creo que no hay nada porque un compañero es quien trata con sentido de igualdad a sus pares y eso implica respeto y reciprocidad. Tú me calificaras como enemigo, no me importa, deberías pensar que los gobiernos se sostienen con elecciones y que perderlas no significa desestabilizarlo, sino alternarlo, rotarlo, cambiarlo. Para eso sirve la democracia.
Votar por cualquier opción política es lo que hace que un país sea libre, como el nuestro. Cambiar al partido que gobierna no es desestabilizar al gobierno, porque con o sin ese partido la democracia y las instituciones no dejan de existir. Tu partido y tú no son el gobierno, son un grupo de personas encargadas de administrarlo. Me recuerdas a Luis XIV cuando dijo “el estado soy yo”, pero eso fue hace cuatro siglos y en un contexto de absolutismo. Ustedes representan una opción política, válida como todas. Sí la sociedad prefiere otra opción es necesario aceptarlo, respetarlo y felicitarlo. Eso es lo que hace un demócrata y lo que no haría un absolutista.
En una democracia sana no existen los enemigos, existen los contrincantes que compiten por el poder. Ver enemigos por todas partes convierte a la política en una permanente conspiración y a la democracia en una abstracción innecesaria o imposible. Cuando hay contrincantes y no enemigos, la política es una disputa en construcción y un lugar de encuentro de las posiciones que se oponen y convergen, que acuerdan y colaboran. En un contexto de conspiradores, enemigos y traidores es imposible respetar al otro y respetar su opinión que es tan válida como la de cualquiera.
Tu partido y tú no son el gobierno, son un grupo de personas encargadas de administrarlo
Es innecesario que nos trates como niños. Ser o no ser engañados es un eufemismo que no nos describe como sociedad. A nosotros corresponde el derecho a elegir libremente y en secreto sobre cuál es la opción política que queremos al frente nuestros gobiernos. Tampoco es justo que seamos calificados en bandos, de buenos y malos, de simpatizantes y opositores, de amigos y enemigos. Somos una sociedad diversa y pluralista. Es imposible que existan solamente dos opciones. Existen miles de criterios, preferencias, opiniones y dudas. Algunas convergen parcialmente, por segmentos, otras divergen de miles de maneras. Es muy poco inteligente creer que los ecuatorianos tengamos el mismo criterio simplificador de la vida y de la política.
Ganar o perder unas elecciones no dan mayor o menor valor a las personas, solamente definen una circunstancial situación electoral. Te felicito por haber ganado tantas elecciones, pero eso no te da el derecho a insultar y a menospreciar a las personas que tenemos idéntico derecho al tuyo para interesarnos en la política aun sin ganar una elección. ¿Cómo te verás después de unos años cuando ya no ganes elecciones? ¿Desmoralizado, inútil, vacío?
Estas a tiempo de cambiar de actitud. Aunque lideras un momento de cambios tienes que aceptar que nada es para siempre.
*Columna originalmente publicada el 15 de febrero de 2014 en el Diario La Hora de Ecuador.
Cambiar al partido que gobierna no es desestabilizar al gobierno, porque con o sin ese partido la democracia y las instituciones no dejan de existir