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Los actuales prototipos no tienen diseños galácticos pero siguen siendo estéticamente espectaculares
Que los coches del futuro funcionarán con un combustible fósil menos contaminante -sea gas licuado del petróleo o gas natural-, o que funcionarán sólo con electricidad o con pilas de hidrógeno es algo de lo que se ha hablado mucho en el Salón Internacional del Automóvilde este año. Será el futuro, a corto plazo, caso del gas, o largo, caso de la electricidad.
La estética, y más tratándose de coches, es también importante. Se puede palpar en el salón a través de los concept cars, los prototipos, los coches del futuro, que ya no tienen forma ni de platillos volantes ni de naves especiales, al menos en su mayoría. Antes eran prototipos que servían para soñar pero que rara vez se veían en la calle. Ahora aún hacen soñar, pero se acaban haciendo realidad.
Estos prototipos son laboratorios sobre ruedas que sirven para experimentar tecnologías, aunque también se usan con un fin meramente estético, ingrediente importante también dentro del sector del automóvil. Entre ellos se encuentra uno de los coches más vistos del salón, el Audi Cross Coupé Quattro, la imagen del futuro Audi Q3 que se fabricará en la planta de Seat en Martorell. O el Citroën DS Incide, símbolo de un cambio, de la nueva generación de modelos que destacarán por su lujosa vocación. Coches que a veces sí recuerdan un poco a la estética de la Guerra de las galaxias, como el Nissan Qazana, que anticipa las proporciones del futuro todocamino pequeño de la marca japonesa.
Aunque ahora los concept cars sean más asumibles estéticamente, tampoco hay que renunciar al futuro. En este ámbito se encuentra el Iosis Max, monovolumen de Ford que expresa una futurista concepción a partir de su interior: cuatro minimalistas asientos individuales, anclados a un raíl que atraviesa el habitáculo y que quedan suspendidos respecto al suelo. O una interpretación futurista sobre la base del Kangoo Be-Bop, el Renault ZE Concept, que propone la electricidad como solución, como hace también el Mitsubishi MiEV. En el caso del Renault, los paneles solares del techo alimentan el sistema de climatización y las cámaras hacen la función de retrovisores. El nivel de fluidos se ha rebajado al máximo con el fin de facilitar su reciclaje. Además, su pintura térmica aislante permite rebajar la exigencia energética del climatizador. Lleva un patinete eléctrico en la zona trasera que se alimenta de las propias baterías del coche y que permitiría desplazamientos por la acera tras aparcar.
Hay otras marcas que siguen potenciando sobre todo lo estético, sin renunciar tampoco a la espectacularidad. Es el caso del Mazda Kazamai, que sirve únicamente como estudio aerodinámico para mejorar el fluido del viento, un deportivo con unas gigantescas ruedas de 22 pulgadas que ayer era el objetivo de muchos flashes. O del Infini Essence, otro coupé que muestra la filosofía esencial del diseño que compartirán los futuros modelos de la filial de lujo de Nissan, especializada en el desarrollo de coches de altas prestaciones yde refinado comportamiento.
"No sé si alguna vez tendré uno de estos, pero por lo menos me lo llevo a casa en una foto", comentaba ayer un visitante a otro. Coches con diseños rompedores -menos sorprendentes que en salones anteriores- pero con algo a favor: no se quedarán en maquetas. Acabarán saliendo a la calle. Y hay la opción, para quienes puedan, de tener el real en casa. "Una foto, desde según qué ángulo, tampoco está nada mal", decía igualmente el visitante.