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La televisión es un mundo que vive con sus propias reglas, que cuestiona las estructuras sobre las que se soporta nuestra sociedad y mantiene una idea que se inserta cada vez más profundo y de manera extendida, en nuestra cultura
Dos de las principales monedas de cambio en las sociedades occidentales son la meritocracia y la racionalidad. Es decir que nuestras sociedades están sustentadas por el mérito y la razón. El primero se justifica porque implica una serie de esfuerzos físicos e intelectuales, perseverancia y empeño para el logro de los objetivos que se traducen, según la propia cultura, como el éxito. Y el segundo porque supone la mayor inteligencia y alcance intelectual, que es en lo que se basa nuestra supuesta superioridad sobre la naturaleza y sobre el resto de las especies.
En todas y cada una de la áreas, esferas o ámbitos de la vida social, lo que impera, al menos eso dicta el deber ser, es el desarrollo de las habilidades físicas e intelectuales, así como conocimientos técnicos, profesionales, académicos y científicos para establecer rankings y estándares de calidad mínimos y máximos, mediados por la competitividad.
De este modo, aunque la sociedad valore diferente a un carpintero que a un físico y a un deportista, de cualquier manera a todos les exigirá ser “los mejores” en su campo para acceder al mercado laboral de competencia y colocarse en un lugar privilegiado, que les permita obtener los beneficios a ello dispuestos, como son las remuneraciones, el prestigio y la calidad de su éxito.
La regla opera de tal forma, que al futbolista se le exigirá mantener un nivel mínimo de calidad en su desempeño, para poder ser llamado a un seleccionado nacional que esté en condiciones de disputar la copa mundial a otras naciones iguales o más poderosas en el balompié. Lo mismo que a un director de cine, se le confiará recursos o inversiones para que esté en condiciones de medirse con sus similares en festivales y premios internacionales populares o reconocidos.
A esto agregamos la veracidad como otro elemento igualmente importante, ya que de este depende nuestro crédito público y privado. No es posible imaginar el mérito y la racionalidad si no son visibles y comprobables; se trata, pues de la materialización de las reglas del juego.
Así que cuando se habla de estrellas para referirse a muchas de de las celebridades del medio artístico, no necesariamente se hace una alegoría, en algunos casos se habla literalmente
No obstante todo lo anterior, esto que es posible observarlo en diferentes ámbitos sociales, parece encontrar su límite en el mundo de la televisión. Quizá y no en todos sus aspectos, pero sí en uno de los más expuestos, en la creación de celebridades.
Cabe aclarar que ésta, no es una nota que pretenda juzgar los talentos y capacidades artísticas de lo que las mismas televisoras definen como las celebridades, sino tan sólo tomar algunas evidencias que dan cuenta sobre ciertos procesos culturales.
De esta manera, llama mucho la atención cómo en algún periodo, Ninel Conde pudo sobresalir tanto a partir de sobresaltar algunos rasgos que se identifican más con la ignorancia que con el error. En twitter se convirtieron en una revolución sus comentarios desatinados y le posicionaron de tal modo en las redes sociales que llegó a estar entre los principales temas de intercambio. A la fecha es posible identificar bromas y personas que toman su nombre para hacer parodias, burlas y sarcasmos a nombre de la actriz y cantante.
En los mismos programas sobre periodismo del espectáculo expresan que siempre es mejor que hablen mal de ti, pero que hablen, y apelan a la publicidad negativa incluso para posicionar a personajes que parece que no podrían competir en aspectos que tengan que ver con el talento histriónico, del canto o artístico en otras de sus disciplinas.
Sin duda, se trata de un mundo aparte, que vive con sus propias reglas, y éste, que es un mero ejemplo, es posible observarlo todos los días en los programas sobre espectáculos. El tema de fondo es que esta lógica cuestiona las estructuras sobre las que se soporta nuestra sociedad y mantiene una idea que se inserta cada vez más profundo y de manera extendida, en nuestra cosmovisión, lo que no es cosa menor, debido a que se trata de una cultura que comparten grandes sectores sociales; de la que se sirven para comprender el mundo y sus reglas.
La meritocracia, la racionalidad y la veracidad parecen encontrar su límite en el mundo de la televisión. Quizá y no en todos sus aspectos, pero sí en la creación de celebridades
Así que cuando se habla de estrellas para referirse a muchas de de las celebridades del medio artístico, no necesariamente se hace una alegoría, en algunos casos se habla literalmente.