La civilización va de la mano con el ser humano, porque es fruto de su organización y vida en colectividad. La educación es la transmisión de conocimientos y avances en la vida en comunidad y así se van tejiendo lazos de progreso y convivencia.

Lo malo es que a través de los siglos una sociedad fue avasallando a las otras con menores recursos e imponiendo sus propias reglas.

La falta total de civilización hace sucumbir a los humanos, caer en pozos de mitologías y supersticiones que van desapareciendo a medida que el hombre se va iluminando. El conocimiento trae aparejada la paz interior, el saber por donde uno se esta moviendo hace que la vida sea más sencilla. El tener un proyecto, una meta trae aparejada confianza. El tener un plan hace del individuo un ser completo, seguro y luchador por lo que intenta y más, si la comunidad en donde se desempeña le brinda las herramientas que necesita para lograr sus objetivos.

Pero la civilización tiene otros riesgos, los hombres que utilizan su poder, ya sea político como económico, en pos de sus propias conveniencias egoístas, quienes se creen ser más afortunados a costo de miles de seres que se perjudican por sus pervertidos manejos maliciosos. No merecen entrar en el rótulo de "civilizados". Por el contrario, son grandes destructores de la civilización por más que pertenezcan a la alta élite de las sociedades del mundo y sean tenidos por importantes filántropos en altas reuniones de la llamada nobleza.

Exprimir las sociedades, robar el sueño de sus habitantes por el solo hecho de obtener dinero y poder, lejos de hacerlos civilizados; los convierte en seres degradados. Las sociedades se deben fortalecer unas a otras para hablar de civilización. El crecimiento de los unos enriquece a los otros y no a la inversa.

Esta pandemia que nos azota en este 2020 desnuda un gran oportunismo de grandes laboratorios e importantes fármacos. ¿Acaso su degradación los convierte en seres con mayores privilegios que los demás? ¿O simplemente se suman a la gran mayoría de inadaptados del mundo?  

 Carlos Polleé