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Como la mayoría de los cánceres, este también puede desarrollarse lenta y silenciosamente sin provocar síntomas que hagan sospechar de la enfermedad
El estómago es un órgano hueco situado en la zona más alta del abdomen y forma parte del sistema digestivo. Tiene forma de una bolsa en forma de gaita y está conectado en su parte superior con el esófago y en la inferior con el intestino delgado y su papel en la digestión de los alimentos es fundamental.
Los alimentos que empiezan su procesamiento y transformación en la boca con la masticación y con la ayuda de la saliva, pasan en forma de bolo suave, al estómago que comienza a contraerse rítmicamente para amasar y mezclar la comida con los jugos gástricos que produce, con el fin de convertir el bolo en una pasta casi líquida que pasará por el píloro, al intestino delgado en donde los nutrimentos serán absorbidos y llevados por el torrente sanguíneo a todo el organismo.
Los jugos gástricos son producidos por células especiales que cubren el interior del estómago y que al mezclarse con la comida permiten su transformación al mismo tiempo que protegen al estómago.
Cuando se desarrollan células malignas en el estómago se ocasiona un cáncer también conocido como cáncer gástrico.
Como la mayoría de los cánceres, este también puede desarrollarse lenta y silenciosamente sin provocar síntomas que hagan sospechar de la enfermedad. Los primeros síntomas también suelen confundirse con los de una indigestión o malestar estomacal común, con inflamación después de comer, pérdida de apetito, náuseas leves o acidez entre otras molestias.
Frecuente y de mucho impacto, detectado a tiempo puede controlarse
Entre los factores de riesgo más comunes están.
- La edad, ya que es más frecuencia en personas mayores de 50 años.
- El sexo, ya que se presenta con mayor frecuencia en hombres que en mujeres- El padecer con frecuencia infecciones no controladas causadas por la bacteria llamada Helicobacter pylori.
- El tener antecedentes de familiares cercanos con este tipo de cáncer.
- El fumar.
- El tomar en exceso bebidas alcohólicas.
- El mantener una dieta seca y salada, alta en contenido de grasa y poca fibra.
- El consumo excesivo de alimentos con conservadores, ahumados y muy salados y la falta de frutas y vegetales en la dieta..
- El padecer un trastorno llamado gastritis atrófica o gastritis crónica, enfemedad de Ménetrier, pólipos en el intestino grueso, poliposis gástrica, anemia perniciosa y otros trastornos genéticos que se relacionan con el cáncer de estómago