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En la novela En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, encontrará el lector pocas veces correcta, atractiva y suficiente la frase especializada en español, como sí lo verá escrito en el francés original
En Busca del Tiempo Perdido de Marcel Proust. Por Juan Cú. À la recherche du temps perdu, 7 Tomos.
Su Lectura y las Objeciones Personales.
El estilo es la frase que se escribe y se habla. J. Cú
À la recherche du temps perdu. En busca del tiempo perdido de Marcel Proust (Francia 1871-1922) se le considera “una de las mejores novelas de la literatura francesa y universal…”, consta de siete novelas: Traducción: Pedro Salinas y José María Quiroga Plá (1920) Alianza Editorial Madrid, 1966
1. Por el camino de Swann ( Du côté de chez Swann 1913, pagada por el mismo)
2.= A la sombra de las muchachas en flor ( À l’ombre des jeunes filles en fleurs 1919)
3.= El mundo de Guermantes (Le Côté de Guermantes; en dos tomos, editorial Gallimard 1921–1922)
4. Sodoma y Gomorra (en francés: Sodome et Gomorrhe I et II; en dos tomos, editorial Gallimard, 1922–1923)
5. =La prisionera (La prisonnière; 1925) Póstuma.
6. = La fugitiva (Albertine disparue; 1927, a veces llamada Albertine la desaparecida) Póstuma.
7. = El tiempo recobrado (en francés: Le temps retrouvé; 1927) Póstuma.
Traducción: Pedro Salinas y José María Quiroga Plá (1920) Alianza Editorial Madrid, 1966
En busca del tiempo perdido constan de 1983 páginas publicadas a 33 renglones seguidos en cada página contenidas en las 7 novelas anteriores. Traducción: Pedro Salinas y José María Quiroga Plá (1920) Alianza Editorial Madrid, 1966
Edmundo Valadés
Recuerdo que don Edmundo Valadés (México 1915-1994), el editor de la Revista: El Cuento, me había dicho en el año de 1990 que de joven, él, había iniciado su larga e incómoda lectura de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, luego ya viejo y antes de morir decidió emprender una segunda lectura de las mismas. Dijo que:
“su lectura le obligó a una más estricta disciplina y concentración en la novela.” (SIC).
A principios del año de 2017 emprendí su lectura En busca del tiempo perdido de Marcel Proust (siete tomos. Traducción: Pedro Salinas y José María Quiroga Plá (1920) Alianza Editorial Madrid, 1966) continuada día tras día sin descanso.
Debo informar que fue muchas veces insoportable su lectura por su lentitud escrita y el tratamiento de lugares comunes; la confusión de personajes, (había que regresar a lo leído anteriormente para aprender de memoria los nombres de los personajes), los paisajes ambiguos de Francia; las adjetivaciones insulsas por aquí y por allá; las descripciones insólitas y otras mundanas, muchas veces obscuras de entendimiento e irritantes, etc., en el seguimiento de que la novela era y es una autobiografía recalcitrante y detallada del autor Marcel Proust.
(Es posible que ello se debiera a los pormenores de la traducción como naturalmente pasa en libros en otro idioma que no es el nuestro, (el 90% de los libros traducidos de literatura para la América son pésimas traducciones para los lectores de habla hispana ) donde los traductores y la editorial se ponen de acuerdo para evitar las complejidades esforzadas por el autor en búsqueda de transformar su propio lenguaje hablado y escrito para asir las verdades posibles de la realidad circundante interpretadas en este caso por Marcel Proust, y ofrecer por parte de los editores una pretendida y fácil lectura sin dificultades a los posibles compradores del libro en hispano – américa).
Algo semejante pasaría, (y ocurre con frecuencia, en cualquier editorial importante) por ejemplo cuando conversábamos allá en el año 2008 con el gerente de administración comercial de la Editorial Grupo Planeta, sobre el mismo tema de las traducciones de autores importantes y de varios títulos publicados y traducidos e importados desde Europa impresos con el español de España.
Luego, en la presentación de sus expertos lectores de la editorial que no lo eran tanto, y consejeros literarios que los había muchos decían:
“la traducción no es lo importante.”
De la editorial Grupo Planeta, esperaba ver a los viejos eruditos y críticos conocedores especializados en los mejores libros pero no, sino que trabajaban allí para éstos oficios importantes personas modestas y ajenas al mundo literario, y muy sabidas, eso sí, en satisfacer el gusto de lo que deseaba leer el gran público en México.
Una tirada o publicación de un libro, decían ellos:
“es de cien mil ejemplares y es muy arriesgado, y no hay modo de equivocarse, ni echarse para atrás cuando ya se ha decidido un título para su impresión… Se tiene que satisfacer la gran demanda y justificar con apremio la venta… Se apuesta mucho al decidir que es lo que se va a publicar y hay que dar un golpe muy certero…”
Buena o mala la decisión suya en este momento y en su siglo — les dije–, el juicio del tiempo y el talento de un autor serán siempre una garantía a pesar de la razón del mundo.
Manuscrito de la novela En busca del Tiempo Perdido
Hablé también con sus proveedores industriales asentados en un amplio edificio en la Colonia Obrera de la ciudad de México. Miré a los maquinistas que laboraban y observé la salvaje maquinaria de impresión de libros: una enorme máquina alemana en constante movimiento día y noche tragando continuamente papel enrollado, y a un costado de ésta, otra máquina de menor tamaño de marca japonesa pero quieta, esperando ansiosa su participación en las numerosas dificultades de la maquila del libro para la Editorial Grupo Planeta México. Polanco, V. Secc, 11530 Ciudad de México, CDMX)
Gerente (de Administración) Comercial de la Editorial Grupo Planeta en el año 2008, calculando costos sobre las ganancias y elaborando hipótesis sobre las pérdidas de cien mil ejemplares ( 100, 000 ) de libros: de un libro de poesía, de una novela y de un libro de cuentos cortos de México para el mundo. (México. Polanco, V Secc, 11530 Ciudad de México, CDMX). Foto Arch. J.Cú
Regresando a En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, todo estaba escrito para dejar su lectura de inmediato y buscar otro libro para una lectura más dinámica.
( Curiosamente su paisano Honoré de Balzac (Francia 1799 – 1850) es muy dinámico y ameno en sus novelas de la Comedia Humana, en Balzac, la complejidad de la frase no está en el proceso mismo de la creación resolviéndose al momento o simultáneamente como parece estarlo en la frase de Marcel Proust, en Balzac la frase está resuelta sin presión y literariamente a propósito de intepretar la realidad, su realidad del mundo.)
Se puede leer casi cualquier traducción de La Comedia Humana de Balzac: en La piel de zapa, 1831, Eugenia Grandet, 1834, Papá Goriot, 1834, La búsqueda del absoluto, 1834, etc., y compara la frase. Ya habrá oportunidad en este lugar para hablar de ello.
Regresando a la lectura: había que terminar de leerla porque habría que hacerlo por disciplina y voluntad propias.
Conforme se va adelantando su lectura En busca del tiempo perdido, y sabiendo sus dificultades y aceptando sus carencias en la traducción, el espíritu del lector emprende la idea de encontrar algo que le satisfaga a la curiosidad de noticias de una novela familiar de costumbres de finales del siglo XIX y principios del XX, narrada desde un miembro de la clase alta en Francia.
En la novela En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, encontrará el lector pocas veces correcta, atractiva y suficiente la frase especializada en español, como sí lo verá escrito en el francés original.
Intente yo, y pude traducir algunos párrafos importantes en las descripciones de las que tenía dudas de los caracteres de los personajes y descripciones de paisajes insólitos y recovecos del pensamiento que se le venían en la mente a Marcel Proust en la traducción en español, comprobando, por otra parte, la construcción detallada, armónica e inteligente de la frase en el original francés,
y eso es de lo que se trata la literatura: de escribir la frase bella estéticamente; la frase única, el estilo inimitable por su complejidad y belleza intrínsecas, porque la gran literatura es una lucha con el lenguaje en busca de su mejor expresión.
Marcel Proust, no debemos olvidar, fue un crítico muy depurado de la literatura francesa de su tiempo y por obvia razón la novela está inmersa de señalamientos literarios, eruditos y polémicos del autor para beneplácito del lector exigente, esto salva, de alguna forma el estilo general soporífero de la novela.
Considero que la frase escrita para la literatura es importante, es decir, el cómo se escribe la frase porque a partir de la frase primordial del autor (estilo) se construirá el edificio de la novela, el cuento, el libreto de teatro, la narración a secas, el poema, y por supuesto y más importante para un autor de literatura de su búsqueda y clímax para todas las expresiones anteriores: la posibilidad poética, la poesía, ésta, la tan buscada, la insufrible, la inefable… J. Cú
Apéndice
Juan Cú
Con el escritor Don Edmundo Valadés, (1915-1994) asistí a su “taller de cuento” en el Museo Carrillo Gil de la Av. Revolución, México D.F., y me convertí con el tiempo en juez para la entrega de las famosas “minificciones” narrativas de los $ 1000 mil pesos de la Revista “El Cuento”, revista de narraciones cortas que apareció en el año de 1964 hasta la muerte de Don Edmundo.
Allí trabajaron, en la redacción de la Revista “El Cuento”, escritores como Juan Rulfo, Eraclio Zepeda. Colaboré como asesor del maestro Don Edmundo Valadés para la realización de los últimos libros de “cuentos” de autor con el formato de la propia revista “el cuento”en vida del maestro (1992) durante mi visita al taller de la Av. Revolución. La editorial “El cuento” se encontraba en las calles de Popocatépetl al sur de la ciudad.