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Un enfrentamiento entre presos con cuchillos y armas de fuego dejó cuatro muertos y 11 heridos la madrugada de este lunes en una cárcel de Cochabamba (centro de Bolivia) y volvió a poner sobre el tapete el caos del sistema carcelario en el país.
"Hemos contabilizado hasta ahora cuatro muertos y 11 heridos. Los muertos fueron sacados (del recinto carcelario) y los heridos trasladados al hospital" local, confirmó el representante regional de la Defensoría del Pueblo, Andrés Cuevas, en comunicación telefónica con la AFP desde el interior del penal ubicado 400 kms al este de La Paz.
Las peleas entre grupos de presos bolivianos y extranjeros fueron por "pugnas de poder" dentro del penal, dijo el comandante regional de la Policía, coronel Alberto Suárez.
Los cuatro fallecidos son bolivianos, y entre ellos figura un dirigente de los presos, Ariel Tancara, quien habría sido degollado.
"¡Quiero el cuerpo de mi hermano! ¡Que me den a mi hermano!" gritaba entre sollozos la hermana del reo desde las afueras del penal, mostraron canales de la televisión boliviana.
Los incidentes comenzaron la noche del domingo, en medio de una fiesta organizada por los reos en la que no faltó el consumo de bebidas alcohólicas y la participación de bandas folclóricas, informaron testigos. Hacia el final de la fiesta los grupos rivales se enfrentaron con armas de fuego y elementos punzo-cortantes.
Los presos extranjeros involucrados en la pelea serían colombianos detenidos por narcotráfico, según medios locales.
Cuevas informó que "la tranquilidad ha vuelto al penal" y que tanto la Defensoría del Pueblo como la Fiscalía iniciaron una investigación para establecer qué ocurrió en El Abra, donde están recluidos unos 280 presos varones.
Familiares de los internos denunciaron a la radio católica Fides "el ingreso de bebidas alcohólicas, con el visto bueno de autoridades policiales, previo cobro de dinero que es distribuido entre los reclusos y los policías".
Este enfrentamiento se produce un año después de los violentos hechos ocurridos en el penal de Palmasola, en Santa Cruz (900 km al este de La Paz), donde murieron 35 presos.
- Falta de control policial -
Los incidentes provocaron el inmediato reclamo del Defensor del Pueblo de Bolivia, Rolando Villena, quien expresó su extrañeza por la realización de fiestas en un penal sin la intervención policial.
"Habría una situación mas que irregular", afirmó Villena en conferencia de prensa en La Paz.
El exdirector de la oficina nacional de Régimen Penitenciario, Ramiro Llanos, lanzó sus dardos contra la Policía que, por ley, ejerce el control de seguridad en todos los penales del país, azotados además por un grave hacinamiento.
"La Policía ha dejado su función, ya no entra a los penales, no entra al interior de las cárceles. Hay que reconocerlo, la Policía tiene que retirarse de las cárceles y permitir que los civiles se hagan cargo", señaló.
Desde fuera de El Abra, los familiares reclamaron el nulo control en el penal, donde según ellos no se impide el ingreso de armas.
- Hacinamiento -
Las cárceles bolivianas sufren un grave hacinamiento y son, según la OEA, las segundas más sobrepobladas de Latinoamérica, después de las de El Salvador.
Los penales en Bolivia tienen capacidad de albergar un total de 3.738 presos, pero actualmente mantienen encerradas a unas 13.840 personas aproximadamente, según el organismo.
Además del hacinamiento y la corrupción policial, los presos son víctimas de la lentitud del sistema judicial. Según denuncias de instancias internacionales, más del 80% de los detenidos no ha sido juzgado aún.
La Defensoría del Pueblo en un reciente informe refleja el panorama sombrío de las cárceles bolivianas.
"La vulneración de derechos humanos tiene una mayor incidencia y se evidencia con niveles alarmantes en algunos espacios como los centros penitenciarios donde, además de la privación de libertad, las personas allí destinadas sufren de altos grados de discriminación y racismo, violencia física y sicológica, carencias materiales y extorsión permanente", denunció la entidad.