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La izquierda tiene que actualizarse desde los postulados de Marx y enriquecerse con otras disciplinas que complementen su discurso
¿Dónde ha quedado esa valentía, coherencia e integridad de la izquierda? Esos valores que desde niño aprendí a valorar, los mismos que mis abuelos y mis padres me enseñaron. Hoy, la radicalidad de su discurso y su ambición para cambiar el sistema desde la incongruencia y el adoctrinamiento no me convence, quizás la derecha más radical vea en esta izquierda un grave peligro que tiene que combatir, es verdad que ha habido y hay terribles campañas de desprestigio hacia Podemos, pero creo que pierden el tiempo, esta izquierda ya se ha acomodado, y no representa una gran amenaza, por desgracia, para nadie. ¿En qué ha quedado ese arrojo que se le presupone al pensamiento progresista? Nuestras capacidades de decisión política están absolutamente coartadas. ¿Pero por qué? Si ellos son los que deberían marcar la pauta, sin ordenar lo que es debatible y lo que no lo es.
No podemos hablar el mismo lenguaje que el resto de opciones políticas. Los mensajes de la izquierda han de ser distintos. Propuestas. La renta básica universal, empleo de calidad, mejor sanidad, mejor educación, vivienda, etc. No hay que tener miedo a parecer demasiado radicales si lo que reclamamos es recuperar el Estado de bienestar. Hay que explicarle a todo el mundo que el blindaje de los derechos sociales, laborales, políticos, económicos y culturales es posible, y hay que hacerlo con valentía, contundencia y claridad. Sin medias tintas ni subterfugios.
El reto es construir una izquierda verdaderamente alternativa. Sin demagogia, que la herramienta del populismo se la quede la extrema derecha. Porque mientras no seamos conscientes de esta tarea, estaremos avivando el fuego donde se consumen nuestras fuerzas.
Hay que explicarle a todo el mundo que el blindaje de los derechos sociales, laborales, políticos, económicos y culturales es posible
Vemos que en las recientes citas electorales, andaluzas y generales, la izquierda pierde apoyo ciudadano, apoyo social y electoral, en resumidas cuentas, pierde fuerza y votantes, al margen de los buenos resultados del PSOE a nivel nacional. Pero, tal vez esto no es mérito de la derecha, sino demérito de la propia izquierda. Tiene más responsabilidad la propia izquierda de su retroceso que mérito la derecha por hostigarla, desprestigiarla y atacarla, y me refiero aquí a Unidas Podemos. La izquierda fracasa cuando deja de ser alternativa real. Hay hoy en España un culto exacerbado a la identidad nacional, una visión excluyente de una parte de la ciudadanía, una serie de tintes xenófobos y racistas, una fervorosa religiosidad, y un desprecio hacia las mujeres, las minorías, y el pensamiento transformador. Pero, lo peor es que la izquierda ha dejado de ser izquierda. ¿Dónde está la izquierda verdadera? ¿Dónde está la izquierda socialista? Sabemos que en el PSOE la izquierda socialista (IS) representa en torno al 15 % de los cerca de 190.000 afiliados. ¿Pero es eso potencia suficiente? Y Unidas Podemos, ¿a qué juega? ¿Dónde están aquellos principios y aquella manera de dar ejemplo? ¿Por qué se ciñen ahora a ese deplorable pensamiento doctrinal con dosis de exaltación y de fanatismo terminante? Esto sólo trae descontento popular y legitimidad a la ofensiva neoliberal, es decir, merma de derechos y libertades.
Y lo más doloroso, es que en realidad esto no afecta sólo a las formaciones políticas, sino que se abre paso desde los propios seguidores de estos partidos, desplazando así, a aquellos que queremos evitar que se confunda al pueblo con mensajes y propuestas más propias de otras formaciones. Si la izquierda es radical, el simpatizante se vuelve más radical. No se trata tampoco de hacer de la izquierda un movimiento muy moderado, eso nunca, pero sí, cuando menos, conseguir un desplazamiento hacia posturas más moderadas, más suavizadas, pero resolutivas. Y así, esos partidos tradicionales situados en las órbitas conservadoras, liberal o socialdemócrata se verán también obligados a ese desplazamiento, abriendo la puerta a que cierta parte del electorado legitime las propuestas originales. Hemos pasado de la rebeldía y pureza de las propuestas del Movimiento 15M, del que surgió el Podemos original, a la apatía de esa izquierda que ha ido perdiendo gran parte de esas características primigenias, y por ende la esperanza y el anhelo de la ciudadanía.
La izquierda del discurso de que otra realidad mejor es posible no debe perder nunca el norte, ni la agresividad social y sana que la caracteriza, sin embargo, se pierde con más facilidad de la que sería deseable. La izquierda debe quedarse en el lugar que le corresponde. Pero hoy día Podemos ha quedado muy descafeinado en cuanto a entusiasmo, está absolutamente descolocado, y sólo juega a rebatir, refutar, objetar, impugnar, rechazar y negar sin sentido. Una verdadera pena para aquellos que nos ilusionamos con su nacimiento. Para aquellos que como socialistas estábamos desencantados con el Zapaterismo. Para quienes con un ideario político social avanzado y renovador vimos en su momento un resurgir de los valores generales tan amenazados.