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Mientras los yihadistas guerrean en Oriente Próximo para que los infieles vean la luz (o de lo contrario son decapitados para que no contaminen al resto de la humanidad), el ébola castiga a los africanos que han incumplido los mandamientos de Dios, sobre todo los homosexuales: «Dios está enfadado con Liberia. El ébola es una plaga. Los liberianos tenemos que rezar y pedir perdón a Dios por la corrupción y los actos inmorales como el homosexualismo, que siguen penetrando en nuestra sociedad. Como cristianos, debemos arrepentirnos y buscar el perdón de Dios», según reza el pronunciamiento emitido por el arzobispo de Monrovia, Lewis Zeigler, junto a otros miembros de la curia católica y directivos de distintos credos luteranos, todos ellos adheridos al Consejo de Iglesias de Liberia. El pasado mes de abril, Ziegler ya achacó los males que acusa Liberia a que numerosos ciudadanos ofenden a Dios y ya entonces dedicó especial atención a la homosexualidad: «¿Hacia dónde nos dirigimos los liberianos si admitimos la homosexualidad? ¿Acaso queremos ganarnos la maldición nosotros mismos? Que un hombre se case con otro hombre es una abominación. Estas son las cosas que hicieron caer a Sodoma y Gomorra».