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Trastorno crónico, dolor articulatorio, afecta en mayor medida a mayores de 70 años, causas, síntomas que ya aparecen a los 40 años, tratamiento
ARTROSIS: TRASTORNOS DE LOS HUESOS, LAS ARTICULACIONES
Y LOS MUSCULOS
Es un trastorno crónico de las articulaciones, caracterizado por la degeneración del cartílago y del hueso adyacente, que causa dolor articulatorio y rigidez.
Resulta ser el problema articulatorio más frecuente, afecta en algún grado a muchas personas alrededor de los 70 años de edad, tanto varones como mujeres. Tiende a desarrollarse en los varones a una edad más temprana.
Aunque la artrosis seda a menudo en personas de edad, su causa no es el simple deterioro que conlleva el envejecimiento.
La mayoría de los pacientes, especialmente los más jóvenes, presentan pocos síntomas o ninguno, mientras algunas personas mayores desarrollan discapacidades significativas.
Causas
Las articulaciones se desgastan si se utilizan excesivamente o sufren lesiones.
Es probable que la artrosis se inicie con una anormalidad de las células que sintetizan los componentes del cartílago, como colágeno (una proteína resistente y fibrosa del tejido conectivo) y proteoglicanos (sustancias que le dan elasticidad).
El cartílago puede crecer demasiado para finalmente volverse más delgado y experimentar grietas en su superficie. Se forman cavidades diminutas, bajo el cartílago, que debilitan la médula del hueso.
Es posible un crecimiento excesivo del hueso en los bordes de la articulación, originando tumefacciones que interfieren en el funcionamiento normal de la articulación y causan dolor.
La superficie lisa del cartílago se torna áspera y agujereada, impidiendo que la articulación se mueva con facilidad. Se produce el deterioro de todos los componentes de la articulación:los tejidos, los tendones y el cartílago.
Existen dos clasificaciones de la artrosis: primaria (idiopática) cuando la causa se desconoce, y secundaria cuando el motivo es otra enfermedad, bien sea la de Paget (remodelación ósea desorganizada), una infección, una deformidad, una herida o el uso excesivo de la articulación.
Aunque no existe evidencia concluyente, es factible que la obesidad desarrolle la enfermedad.
Síntomas
A los 40 años de edad, muchas personas presentan signos de artrosis, especialmente en las articulaciones que sostienen el peso (como la cadera), pero muy pocos tienen síntomas.
En forma gradual, los síntomas se van desarrollando y comienzan por dañar una o varias articulaciones (dedos, base de los pulgares, cuello, zona lumbar, dedo gordo del pie, cadera y rodillas).
El dolor es el primer síntoma que aumenta con la práctica de ejercicio. En algunos casos, la articulación puede estar rígida después de dormir o de cualquier otra forma de inactividad; sin embargo, la rigidez suele desaparecer a los 30 minutos de haber iniciado el movimiento de la articulación.
La zona afectada puede perder movilidad e incluso quedar completamente rígida en una posición incorrecta, a medida que empeora la lesión.
El nuevo crecimiento del cartílago, del hueso y otros tejidos aumenta el tamaño de las articulaciones. El cartílago áspero hace que las articulaciones rechinen o crujan al moverse. Las protuberancias óseas se desarrollan con frecuencia en las articulaciones de las puntas de los dedos.
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En algunos sitios (como la rodilla), los ligamentos que rodean y sostienen la articulación se estiran de modo que ésta se vuelve inestable. Tocar o mover la articulación puede resultar muy doloroso.
En contraste, la cadera se vuelve rígida, pierde su radio de acción y provoca dolor al moverse. La artrosis afecta con frecuencia a la columna vertebral. El dolor de espalda es el síntoma más frecuente. Las articulaciones lesionadas de la columna suelen causar dolores leves y rigidez.
Pero, si el crecimiento óseo comprime los nervios, la artrosis de cuello o de la zona lumbar, causa entumecimiento, dolor y debilidad en un brazo o en una pierna. En raras ocasiones, la compresión de los vasos sanguíneos que llegan a la parte posterior del cerebro ocasiona problemas de visión, sensación de mareo (vértigo), náuseas y vómitos. A veces el crecimiento del hueso comprime el esófago, dificultando la deglución.
La enfermedad sigue un lento acrecentamiento en la mayoría de los casos, tras la aparición de los síntomas. Muchas personas presentan alguna forma de discapacidad y, en ocasiones, la degeneración articular se detiene.
Tratamiento
Los ejercicios de estiramiento, fortalecimiento y postura, resultan adecuados; aumentan la movilidad de una articulación y refuerzan los músculos circundantes, de manera que puedan amortiguar mejor los impactos.
La inmovilización tiende a agravar la artrosis.Los síntomas empeoran con el uso de sillas, reclinadores, colchones y asientos de automóvil demasiado blandos.
Se recomienda usar sillas con respaldo recto, colchones duros o tableros de madera bajo el colchón.
Es importante mantener las actividades diarias habituales, desempeñar un papel activo e independiente dentro de la familia y seguir trabajando.
Asimismo, resultan útiles la fisioterapia y el tratamiento con calor local. Cuando la artrosis afecta al cuello, ayudan los masajes realizados por terapeutas profesionales, la tracción y la aplicación de calor intenso con diatermia o ultrasonidos.
Los fármacos son el aspecto menos importante del programa global de tratamiento. Un analgésico como el paracetamol es suficiente. Un antiinflamatorio no esteroideo, como la aspirina o el ibuprofeno, disminuye el dolor y la inflamación. Si una articulación se inflama y provoca dolor repentinamente, se pueden aplicar corticosteroides, aunque suelen aliviar a corto plazo.
La cirugía es útil cuando el dolor persiste a pesar de los demás tratamientos. La cadera y la rodilla pueden sustituirse por una prótesis que, generalmente, da muy buenos resultados, mejora la movilidad y el funcionamiento en la mayoría de los casos y disminuye el dolor de forma notable.
Fuente: Forumclinic Barcelona, España