Pareciera Que este modelo está marcando una grave tendencia que tendrá que resultar como un serio llamado de atención para los legisladores y para el poder ejecutivo Nacional, que le tienen que encontrar un final por medio de la reformulación de leyes capaces de agravar la penalidad para estos casos.

Ninguno de los casos de homicidio por la razón que hayan resultado, tienen menor calidad de repudio entre sí. Pero es cierto que no todos los casos han obtenido la misma difusión o el mismo tratamiento mediático como los casos de Candela Sol Rodríguez (11) Hurlingham Prov. Buenos Aires ; Tomás Dameno Santillán(9) Lincoln, Prov . de Buenos Aires; Gastón Bustamante (12) Miramar, Prov. Buenos Aires o Florencia Ochoa (6) Villa Regina, Prov. Rio Negro.

Foto Raúl Enrique Bibiano

Sin duda alguna, algo está fallando y esa falla es la falta de penas ejemplificadoras capaces de hacer desistir a un sujeto la perpetración de estas comisiones delictuales contra la niñez que resulta tan cada día mucho más vulnerable en la República Argentina.

Para citar algunos elementos que vulneran a la infancia es la permanencia de menores de edad en Cyber-locutorios donde los niños, niñas y adolecentes se transforman en blancos fáciles de las bondades de pedófilos y otros criminales cibernéticos.

La infancia atraviesa una gravísima situación que los mantiene presas faciles del mal trato y la criminalidad

Existen muchas medidas que no resultan nada descabelladas a las que los señores legisladores deberían tomar en cuenta para generar leyes capaces de proteger a esa infancia en grave riesgo.

También deberían reconsiderar como medida preventiva el regreso a la prohibición de la permanencia de menores de edad sin el acompañamiento de sus padres en la vía pública como lo era antiguamente.

Muchos delitos y crímenes que involucran menores de edad tienen su origen a partir de la omisión o desaparición de dichas reglas de convivencia ciudadana en Argentina, y no menos importante resultaría la eliminación de los niños en la calle. Existen diversos mecanismos legales respecto a estas situaciones pero, hace años que se han diluido de las buenas prácticas prevensionales que se mantenían en práctica a nivel nacional.

La infancia se encuentra en un gravísimo riesgo y en este orden, es donde el Estado debe actuar con mano rigurosa. Entre todos tenemos que buscar las herramientas que impidan la proliferación de situaciones en las que la infancia siga siendo vulnerada.

Tampoco resulta virtual la existencia de violencia entre menores en establecimientos de la educación en donde ocurren ataques salvajes a los que la ley no alcanza a medidas punitivas que determinan que dichos sucesos continuen ocurriendo a diario.