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Según los datos brindados por el Ministerio de Salud del país cerca de 500.000 embarazos se interrumpen anualmente
Desde luego, esto ha dado tela para poner, nuevamente, en el tapete el tema de la despenalización de esta práctica, que actualmente se encuentra tipificada como delito.
Más allá de mi opinión personal, que ante esta realidad, es la menos importante, hay que tener una visión objetiva del problema que nos aqueja.
La desinformación sexual en Argentina es alarmante, no sólo en los estratos más bajos de la sociedad, la clase media y la más acomodada, no descuellan por su conocimiento.Los jóvenes, como en todo el mundo, y como todos lo hemos sentido alguna vez, se creen invulnerables, omnipotentes, eternos. No le temen a nada. Esto lleva a la irresponsabilidad.
Los padres, generalmente creemos, que la hora de la iniciación sexual se demora en el tiempo, craso error, los chicos cada vez tienen relaciones más tempranas y desconocen las consecuencias.
Las adolescentes de las clases más empobrecidas, esas que tienen varios hijos, y los que tienen la suerte de tener mejor posición social, levantan su dedo acusador, diciendo ¡pero cómo es posible, no tienen para comer y siguen trayendo niños al mundo!, esas chicas, son hipovitamínicas, por lo tanto híper fértiles, cosa que no sucede con las bien alimentadas y polivitamínicas.
Habrán oído por ahí de los esfuerzos de muchas señoras acomodadas, para poder tener un hijo, fertilización in Vitro, inseminación artificial, etc., etc.
El punto es, si hablamos de la libre determinación de los pueblos, del libre albedrío… Me pregunto ¿No sería conveniente dejar librado a la conciencia de cada persona como obrar ante una situación de este tipo?
La desinformación sexual en Argentina es alarmante, no sólo en los estratos más bajos de la sociedad, la clase media y la más acomodada, no descuellan por su conocimiento
Admito penalizar las drogas, porque sé que aunque se sigan consumiendo y traficando, los jóvenes no van directo a un matadero. Por supuesto que es mortal y de gravísimas consecuencias, no lo niego.
Pero, una chica, sin recursos, sola, que no sabe que hacer con ella misma y muchísimo menos que hacer con un crío, una situación límite… decide la última ratio va, no a una clínica de última generación como pueden pagarle los padres a una joven de clase acomodada, va a un ‘carnicero’.
Si señores, un carnicero, un inútil, que por treinta monedas, en un lugar insalubre, sin el mínimo control le hace el maldito aborto.
Miles de historias como estas terminan con la vida de un niño por nacer y de una niña recién crecida…
La opción es de hierro y el dilema mortal.
Por supuesto, no tengo una respuesta… y me carcomen los interrogantes, las dudas, la moral, mis creencias.
Pero tampoco puedo dejar de pensar en esas chicas que mueren día a día, sin un sistema sanitario que las cobije, que las asesore, que las atienda y juro… que se me parte el alma.