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Cuando la periodista de televisión Letizia Ortiz se casó con el príncipe Felipe se esperaba que su falta de sangre real la acercase al pueblo, pero diez años después, los españoles le muestran poco afecto, mientras crece la popularidad de su esposo.
La pareja, que contrajo nupcias en una gran ceremonia ante una multitud de dignatarios en la Catedral de La Almudena de Madrid, celebra su décimo aniversario de boda este jueves.
Primera plebeya de la historia que puede convertirse en reina de España, esta delgada y serena nieta de un taxista, de 41 años, se ha mantenido alejada del escándalo por presunta corrupción que implica a su cuñada la infanta Cristina y, sobre todo, al esposo de ésta, Iñaki Urdangarin, y que ha hundido la popularidad de la monarquía.
Pero es a menudo criticada por su apariencia fría y distante en los actos públicos. "Letizia se ha comportado siempre de una manera muy discreta, actuando siempre en segundo nivel y eso es posible que le haya quitado algo de espontaneidad a su forma de ser y a lo mejor ha hecho que se distancie un poquito de la población", afirma José Miguel de Elías, director del instituto de sondeos Sigma Dos.
Poco más de la mitad de los españoles, el 53, 3%, afirma que Letizia cumplió sus expectativas y sólo cuatro de cada diez cree que está lista para ser reina, según una encuesta realizada por este organismo en 2012.
Uno de cada dos españoles tiene una imagen buena o muy buena de la princesa, según el último sondeo de Sigma Dos sobre la familia real publicado en enero, un nivel que permanece relativamente estable desde su boda en 2004.
En comparación, dos de cada tres encuestados tienen la misma opinión sobre el príncipe.
- "Tiene que sonreír más" -
Parte del problema radica en que la Casa Real relegó a la princesa a un papel secundario para centrar la atención en Felipe, de 46 años, afirma José Apezarena, autor de un libro sobre la pareja.
Muy conocida por haber sido presentadora de la principal edición del telediario de la televisión pública, "en algún momento ha habido un cierto temor a que Letizia pudiera tapar un poco al príncipe, entonces hay una decision que, sin que desaparezca, no sea la principal" figura de la pareja, explica.
Así, según un balance realizado por el diario El País, en sus diez años como princesa, sólo asistió a 190 eventos oficiales ella sola. Junto a su marido, acudió a 1.516 actos en los que su papel se limita habitualmente a escucharle atentamente con semblante serio y aplaudir.
"Letizia tiene una dificultad, que es demasiado concienzuda; en alguna ocasión el príncipe ha comentado que Letizia tiene que sonreír más", afirma Apezarena. "Es una mujer muy entregada, muy exigente consigo misma, consciente de lo que tiene que hacer y eso le da un pequeño tono exterior como de seriedad, o incluso de dureza, pero ocurre que ella no quiere ser distinta a sí misma, ella no quiere disimular", asegura.
Ya en el anuncio oficial de su compromiso, Letizia se ganó la reputación de tener un carácter fuerte "¡Déjame terminar!", lanzó a Felipe cuando éste la interrumpió en su explicación de cómo iba a dejar gradualmente su trabajo en televisión.
"Yo creo que le faltó mano izquierda, no porque una mujer tenga que ser dócil, pero al menos respetar un poco lo que son las normas y el protocolo de las monarquías", afirma Jaime Peñafiel, veterano comentarista real y gran crítico de la princesa. "Se ha mantenido durante estos diez años exactamente igual", agrega.
Sin embargo, el interés por la princesa es grande. Las revistas del corazón registran un alza de ventas cuando la ponen en portada y a menudo publican imágenes de ella vestida con desenfado comprando fruta o yendo a un concierto de rock o comentan los vestidos que luce en los actos oficiales esta acérrima defensora de los creadores españoles.