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Hace un par de días terminé la segunda entrega de Link en Nintendo DS, 'The Legend of Zelda: Spirit Tracks', en el cual volveremos al mágico mundo de Hyrule y lo recorreremos de cabo a rabo, esta vez cambiando el barco por el tren. ¿Ha sabido ser tan bueno como el primero? Pues bien, ha sabido mantener todo lo bueno del primero y explotarlo al máximo diría yo, pero introduce una serie de innovaciones que puede que sean su peor enemigo. Eso sí, la historia es tan genial como siempre, y el juego engancha como pocos.
Una historia y unos personajes únicos
La historia como ya he dicho transcurre en Hyrule, tierra que es gobernada por la princesa Zelda. Nuestro personaje (cuyo nombre podemos elegir, pero como sabréis su nombre general es Link) es un maquinista que conduce trenes, y empezamos el juego el día de su graduación como maquinista del reino. Pero da la casualidad que ese mismo día, los siervos de un temible ser llamado Mallard, hacen acto de aparición y roban el cuerpo de la princesa, para que sirva de receptáculo para el espíritu del malvado ser oscuro. Así pues, Link y el espíritu de Zelda se aventuran por los distintos templos y regiones de Hyrule con el tren de los dioses, en busca del cuerpo de la princesa, y ayudados por los Trenebundos, los guardianes de los templos de cada región y siervos de los dioses.
El argumento pese a ser simple está bastante trabajado y consigue enganchar al jugador, con un desarrollo para nada pesado. A destacar el espectacular final, en el cual sentiremos bastante emoción enfrentándonos a un enemigo que no nos lo pondrá fácil precisamente.
Los personajes son bastante carismáticos y humorísticos, tanto los principales como los secundarios. Y es que es genial la personalidad de cada uno, desde el callado protagonista y su acompañante fantasmal hasta cualquier lugareño de cualquier región, siendo éstos últimos muy diferentes y con su propias características depende de la región en la que se encuentre. También hay secundarios que destacan un poco más ya que los veremos en más ocasiones.
Por otro lado, la duración es muy correcta, teniendo un juego que no es corto ni nos sabrá a poco, pero tampoco que sea excesivamente largo y nos llegue a cansar.
El tren no es tan divertido como el barco. Resulta monótono y aburrido
La jugabilidad es, sin duda, la gran baza de este juego (básicamente de todos, pero de éste más todavía), ya que los retos y opciones jugables que se nos plantearán serán de lo mejor, aunque en algunas ocasiones tienen fallos que entorpecen bastante la experiencia.
Por una parte tenemos la principal característica del título: el tren. El tren es el medio de transporte que viene a sustituir al barco de la primera entrega, pero lamentablemente las sensaciones no son las mismas. Para empezar, la exploración se reduce bastante, ya que tendremos que seguir en todo momento un camino marcado por las vías. Esto supone una gran monotonía a la hora de coger el tren para ir a algún sitio, y convierte este hecho en tedioso. Querremos llegar cuanto antes al destino, siendo el viaje lo menos satisfactorio y más aburrido de la historia. Esto es algo que intentan remediar con la inclusión de enemigos cada cierto tiempo que debemos eliminar a cañonazos o de objetivos secundarios como la localización de portales que nos teletransportarán y acortarán el camino o conejos que debemos cazar para que nos den tesoros o rupias por ellos, pero lamentablemente no lo consiguen, y acabaremos hartos de los enemigos que se crucen en nuestro camino cuando vamos en el tren.
Las batallas con los enemigos finales de cada templo son de lo mejor
Afortunadamente la cosa cambia cuando llegamos a la ciudad o templo de turno. En este espacio, la exploración es una maravilla, llegando a haber bastantes tesoros ocultos o minijuegos en cualquier pueblo o ciudad. Además, hay bastantes lugares, algunos de los cuales tendremos que encontrar por nuestra propia iniciativa explorando el mapa con el tren.
Pero todo esto son minucias con el espectacular desarrollo de los templos y los increíbles retos, acertijos y todo tipo de peripecias que debemos pensar y hacer para continuar adelante. La cosa funciona así: en cada templo se nos otorga un artefacto (cada uno con sus propias funcionalidades y muy originales), el cual deberemos usar para pasar la mayoría de las barreras del templo en cuestión, aunque muchas veces se juntan varias situaciones en las que es necesario usar más de un artefacto, llegando a crear una jugabilidad verdaderamente genial. A destacar también los originales combates con los enemigos finales de cada templo, en los cuales se explotará al máximo el nuevo artefacto que nos hayan dado.
Pero la genialidad de los obstáculos de los templos no sólo se limita a ellos, sino que también se trasladan a la Torre de los Dioses, la cual es una especie de templo central al que deberemos volver muchas veces, y en el cual la princesa Zelda puede adoptar la forma de un espectro, una especia de armadura que nos ayudará a pasar ciertos obstáculos. En teoría. Y es que éste es otro de los grandes errores del título, ya que más que ayudar, nuestra acompañante lo que hace es entorpecernos, o al menos cuando la cosa funciona mal. Porque cuando funciona bien, los retos que nos proponen son igualmente geniales, el problema viene cuando la princesa nos cierra el paso teniendo nosotros que moverla aunque sea un centímetro, o cuando la llamamos y se queda parada por una barrera justo al lado de una salida... detalles que nos retrasan y nos entorpecen en nuestra misión, y que me hacen preguntarme si realmente era necesaria la presencia de este segundo personajes en estos momentos de la torre. Creedme, pocas veces he visto una IA amigable tan torpe.
Mejor que Zelda se hubiera quedado en forma de espíritu
Por otro lado, si estamos hasta las narices de los acertijos de un templo (en pocas ocasiones nos pasará esto) podremos descansar de la historia principal y de estos complejos rompecabezas de los templos, efectuando objetivos secundarios como llevar a algún personaje en el tren o cargar con alguna valiosa mercancía. Incluso en estos pequeños objetivos hay un pequeño reto, ya que cuando llevamos a un pasajero debemos conducir bien, o cuando llevamos una carga tenemos que ir con cuidado y por lugares específicos, pues a menudo estas cargas son delicadas.
Y si esto os parece poco, a todos estos objetivos se unen una serie de coleccionables muy variada (sellos, conejos, fortianitas, tesoros, etc.), que debemos conseguir a lo largo de todas las regiones.
Así, se consigue una jugabilidad bastante compensada entre lo difícil de los templos y lo fácil y más suave de los objetivos secundarios.
Como punto negativo más a la jugabilidad destacar otro de los aspectos propios de este título: la llamada flauta terrenal. Ésta es una flauta que debemos tocar en ocasiones, cada vez que queramos llegar a un templo. Tenemos que hacerlo soplando, y no siempre nos sale la música correctamente, por lo que tendremos que intentarlo muchas veces hasta acabar hartos de la dichosa flauta. Porque, por muy innovador que sea el soplar a la consola, yo lo que quiero es jugar, y no tener que soplar y soplar como un poseso para poder continuar con la aventura.
El vórtice del viento es uno de los nuevos utensilios de esta entrega
Llegamos al apartado técnico del juego, al cual se le puede criticar muy poco, y es que tanto los gráficos como la música son fantásticos.
Por una parte, el apartado gráfico es bastante colorido y llamativo, adquiriendo un tono de animación verdaderamente genial. ¿Realismo? ¿Qué es eso? Aquí está todo recreado como si de un cuento para niños se tratara, dotando a los personajes, las localizaciones, y en general de todo el juego, de un encanto increíble.
La recreación del mundo de Hyrule también es sensacional, pues el paisaje cambia en cada región, y no siempre será igual (habrá zonas nevadas, mares que recorrerá el tren sobre puentes, abismos de lava, ect.).
Por otro lado la música nos acompañará en todo momento, pocas veces hay silencio en la aventura. Ésta, aporta lo necesario para un juego de este tipo: inspira sensación de aventura por todas partes, especialmente el tema que suena cuando vamos a bordo del tren.
Hasta las narices acabaremos de la maldita flauta
No he reseñado el modo duelo (un modo multijugador) ni la opción trueque, sinceramente porque no los he probado, pero, ¿a quién le importa? Cuando compramos un 'Zelda' no es para jugar con amigos, sino para disfrutar de su modo para un jugador, así que disculpadme si no he hecho un análisis completo del título, pero no me iba a poner a jugar al multiplayer sin ganas, solamente para saber si estaba bien o mal.
Una vez dicho esto y como conclusión final, decir que 'The Legend of Zelda: Spirit Tracks' es un gran juego muy semejante a su antecesor, pero con unos fallos en la jugabilidad bastante importantes que hacen que el título no consiga la excelencia que consiguió 'Phantom Hourglass'. Por todo lo demás, gráficos, música e historia, consigue ser igual de bueno, llegando a enganchar de lo lindo una vez nos hagamos con nuestro tren para poder salvar Hyrule.
Lo mejor:
-La excelente jugabilidad de los templos.
-La historia engancha y emociona, con un final fantástico a nivel argumental y jugable.
-Los gráficos y la recreación de Hyrule.
-La cantidad de lugares y zonas que explorar.
Lo peor:
-Los viajes en tren, uno de los grandes aspectos del juego, son aburridos y no consiguen divertir.
-El espectro/Zelda que nos "ayuda" en algunas ocasiones.
-Los momentos de la flauta terrenal.
Nota: 8/10
Calificación: MUY BUENO