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Lo que sucedió en el indulto pascual hoy podríamos llamar como democracia directa, lo que demuestra que el pueblo también se equivoca, y que el líder, aunque ingenuamente, nunca es un mesías como Jesucristo
“Alabado seas Mashi” es la etiqueta usada para comentar la interpretación que el presidente Rafael Correa haría sobre la muerte de Jesucristo. Utilizando expresiones tendenciosas el presidente intentó convencer que la muerte del Hijo de Dios fue una consecuencia de los “hacedores de la opinión pública”. También punzó sobre quien llamó “el estadista”, Poncio Pilato, quien escogió Barrabás en lugar de Jesús para sentenciar a un inocente a muerte y así calmar a las muchedumbres.
En ésta interpretación de los hechos, el presidente Correa intentó encontrar similitudes entre la pasión de Jesucristo con la función de líder político. Poco después, el primer mandatario publicó una columna de opinión en el Diario El Telégrafo para aclarar sus expresiones, pero fue tarde.
La relación entre religión y política no es reciente. En todas las épocas de la historia de las ideas políticas los gobernantes han buscado apropiarse de las expresiones de religiosidad por su enrome capacidad de influencia en las sociedades.
Al líder político, al mesías de la nueva era, lo que une con su pueblo, no es el saber, sino es la creencia, la fe
Para Mark Lilla, historiador de las ideas de la Universidad de Columbia, se encuentra cierta ingenuidad política en actos como este. Los gobernantes sienten el compromiso de redimir a sus pueblos de los modernos pecados republicanos, que son, la corrupción, el ostracismo, y el atraso. Siguiendo criterios marxistas, para la historiadora social Laura Lara Martínez, los cultos religiosos posibilitan la integración social de las clases y la cohesión de los pueblos a través de la solidaridad. La religión en manos de los políticos permite reinventar la imagen de una sociedad expuesta a un permanente ataque imaginario que en el caso chileno del dictador Pinochet era el regreso de los comunistas al poder o en el caso español del dictador Franco era el mismo retorno, pero de los republicanos judeomasónes.
Laura Llevadot estudió el asunto desde la perspectiva marxista. Esta filósofa de la Universidad de Barcelona, al comparar la política y la mesianidad, encontró que detrás del concepto de democracia hay una promesa de esperanza. Mientras Marx secularizaba lo religioso, al mismo tiempo se producía una sacralización de la política. El líder pasaba a convertirse en el sacerdote y mesías de una nueva religión política del pueblo. Para esta profesora, Derrida interroga a Marx y consigue una conclusión valiosísima en esta comparación: al líder político, al mesías de la nueva era, lo que une con su pueblo, con su feligresía, no es el saber, la razón, o la conciencia, sino es la creencia, la fe.
El presidente Correa dijo lo que dijo sin tener idea de nada. Jesucristo debía morir crucificado para cumplir con la profecía de la llegada del Hijo de Dios. No fueron los “hacedores de la opinión pública” quienes decidieron. Detrás de esa expresión hay una afirmación velada pero ingenua de antisemitismo, que acusa a los judíos de ser los responsables de su muerte. Lo que sucedió en el indulto pascual hoy podríamos llamar como democracia directa, lo que demuestra que el pueblo también se equivoca, y que el líder, aunque ingenuamente, nunca es un mesías como Jesucristo.
El presidente Correa intentó encontrar similitudes entre la pasión de Jesucristo con la función de líder político
@ghidalgoandrade