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África necesita el control de sus recursos. ¿Quién tiene interés en que no se enfríen los conflictos como el del Congo Somalia o Marruecos? Eso se preguntan los líderes africanos,
La historia de África siempre se ha contado desde los ojos de las agencias de prensa occidentales. África tiene que ser contada por la voz de los africanos porque no hay nadie que pueda hacerlo mejor que nosotros, los que la vivimos”. Esta reflexión es de Cheiff Sy, presidente de África Editors Forum, pero podría extrapolarse a todos los que tomaron la palabra en “¿Ha llegado el momento de África”. El encuentro, organizado por la Agencia Internacional de Cooperacion para el Desarrollo, reunió nombres propios de la historia africana que hablaron del presente y del futuro del continente con optimismo y dejaron poco margen a la autocrítica.
Hace 40 años la ONU reconoció al Frente Polisario legítimo representante del pueblo saharaui y declaró a Marruecos potencia ocupante.
“Lo que se dice de África está siempre relacionado con conflictos. El único momento en el que un niño español ve África en la televisión es cuando se habla de hambre, de sida y de pobreza. Ese niño tendrá una percepción muy negativa que le acompañará siempre. Hace falta encontrar un equilibrio. Hay una nueva generación de líderes que está trabajando contra la pobreza, los conflictos, los abusos en materia de derechos humanos y el crecimiento”, defiende Themba James Maseko, del Departamento de Comunicación del Gobierno de Sudáfrica.”El problema es que no podemos ser siempre una fuente de materias primas y no contar con nuestras propias fábricas. A África sólo vienen los inversores extranjeros a llevarse la riqueza. Tenemos que avanzar en el compromiso para reforzar las relaciones sur-sur, no sólo a nivel económico, también político”.
Compartiendo mesa estaba Ricardo Martínez, director de Casa África. “Si queremos que África cambie, ¿por qué seguimos empeñados en darle las recetas? La ayuda al desarrollo es necesaria pero no suficiente. Tampoco lo es invertir, extraer e irse, hay que integrarse y que la política de la Unión Europea no bloquee la entrada de los productos africanos en los mercados. África necesita el control de sus recursos. ¿Quién tiene interés en que no se enfríen los conflictos como el de los Kivus o Somalia? Eso se preguntan los líderes africanos, y yo lo suscribo. Salvamos a Grecia y a ahora salvamos a Irlanda pero no cumplimos los compromisos con África”.
Uno de los temas estrella es China, cuyas inversiones no paran de crecer en el continente, despertando el recelo de quienes la ven como una amenaza para los intereses africanos. “Está invirtiendo en todos los sectores y tomando un lugar preponderante, de aquí a unos años nos encontraremos entre occidente y China”, asegura Cheiff Sy. No lo ve así el Gobierno sudafricano, “África busca inversores y comercio. China es de los pocos que ha querido invertir, lo que falta es una reglamentación. No podemos decir ‘no’ a la inversión china cuando los europeos han hecho lo mismo. Hay zonas costeras que se están privatizando a las que los propios africanos no tienen acceso”, dice Themba James. Las críticas más contundentes llegan del público. “Vender nuestras tierras es vender a las personas. Estamos pasando de ser esclavos de occidentes a ser esclavos de China, de un amo a otro”, afirma Jannete, congoleña.
Njongonkulu Ndungane es el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, un hombre cuyo activismo contra el apartheid le costó ser encarcelado en la Isla Robben entre 1963 y 1966. Él también mira a China con buenos ojos. “China ha sido capaz de que 50 millones de personas hayan salido de la pobreza. Por supuesto que nos preocupan temas como los derechos humanos, pero la cooperación sur-sur se está construyendo y nosotros tenemos que aprender las mejores prácticas de la gente que ha tenido éxito en el resto del mundo. Ha habido una liberación de nuestra tierra que nos ha costado sangre, sudor y lágrimas, por lo que nuestro desafío ahora es que los gobiernos desarrollen políticas que controlen a otros países. Nadie puede salvar a África, es África la que se salva a sí misma”, asegura el arzobispo. “Somos el segundo continente más poblado, tenemos más de un billón de habitantes (un billón anglosajón, que equivale a mil millones de personas) y las tasas más altas de fertilidad. El 40 por ciento de la población tiene 50 años o menos pero también tenemos las expectativas de vida más bajas y somos los más pobres. África está plagada de promesas rotas y gobiernos africanos que no han sido capaces de alcanzar los objetivos y por un régimen comercial totalmente injusto. Tenemos muchas materias primas y recursos humanos, pero se nos ha castigado a nivel financiero”. Apunta a tres áreas en las que deben centrarse los esfuerzos: educación, agricultura e infraestructuras.
También hay hueco para hablar de los flujos migratorios que entre África y Europa y el trato que aquí reciben los inmigrantes. “Creo que la inmigración siempre ha tenido lugar y ahora se habla de ella como si África estuviese invadiendo Europa. Eso siempre ha sido así. En los años 70 hubo aviones que salieron del continente africano cargados de personas que fueron a trabajar y a construir Europa, eso parece que ya se ha olvidado. Hace falta más respeto porque ser inmigrante no es ser ganado“, critica Cheiff Sy.
A pesar de todo, en la última década, cinco países africanos, Burkina Faso, Etiopía, Mozambique, Ruanda y Uganda, están en la lista de los diez países que han conseguido mayores avances en materia de desarrollo. La esperanza de vida ha aumentado más de diez años en el continente en las últimas cuatro décadas, el nivel de alfabetización se ha duplicado y más del 50 por ciento de los niños y niñas está escolarizado, el doble que hace 40 años. Cifras para la esperanza. Recordemos que, cuando hablamos de África, hablamos del tercer continente más grande del mundo y de sus 53 países
El muro marroquí del Sáhara Occidental
El ocupante de los territorios tras la firma de los Acuerdos Tripartitos entre las potencias colonizadoras, España, Marruecos y Mauritania, comenzó arrasando a la población saharaui con intensos bombardeos de napalm y fósforo blanco, como en las masacres de Smara y Um Draiga en 1976, haciendo que miles de saharauis huyeran hacia el este, hacia Argelia, refugiándose en unos campamentos que levantaron en la zona de Tinduf que Argelia cediñ.o. La respuesta del Frente Polisario fue llevar la guerra a Marruecos y a territorio mauritano atacando la capital, Nuakchot. Prosiguieron los ataques contra Mauritania, logrando el 5 de agosto de 1979 que Mauritania cediese su parte del Sáhara Occidental al Frente Polisario, pero esto no lo reconoció Marruecos, que se anexionó esa zona el 11 de agosto. A raíz de dicha anexión, la ONU aprobó una resolución en la que se reconocía al Frente Polisario como el legítimo representante del pueblo saharaui, mientras que consideraba a Marruecos potencia ocupante.
EL MURO DE LA VERGÜENZA.En 1980, Hassan II inició la construcción del llamado Muro del Sahara Occidental, también llamado Muro de la vergüenza, una construcción hecha con arena y piedras, Al Yidar, lo llaman los saharauis, con una extensión superior a los 2.720 kilómetros y una media de tres metros de altura. Una berma. Es una construcción militar con vallas, torres de vigilancia, búnkers, piezas de artillería, más de cien mil soldados... y millones de minas antipersona. De hecho, es el campo minado más largo y vulnerable del mundo provisto de más de siete millones de minas. El muro construido en el desierto divide el Sáhara Occidental en dos partes asimétricas;dos tercios, los ricos, donde están las minas de fosfatos de Bucraa, bolsas de petróleo, las pesquerías y el banco de pesca, uno de los más importantes del mundo, controlados por el gobierno marroquí;y los llamados Territorios Liberados, un tercio, donde no hay nada de riqueza, salvo arena y piedras, que controla el Frente Polisario.
Unamuno decía que a veces, el silencio es la peor mentira. ¿Por qué no se habla de ese muro? ¿Por qué se silencia todo lo que ocurre en el Sáhara Occidental?
Los saharauis recuerdan con especial desagrado la visión del primer muro en el desierto. Creando un personaje ficticio para mi anterior novela, La primera víctima, un marroquí que también está presente en la segunda, El largo invierno saharaui, el periodisra comenzó documentarse a través de mapas de Internet sobre Marruecos buscando información acerca de lugares interesantes, ciudades, playas, oasis ... y llegó hasta el sur de Marruecos, y luego se adentró un poco en el norte del Sáhara Occidental, la antigua colonia española. Y allí, entre las arenas, se encontr-o con un muro, un largo muro que parecía no tener fin. ¿Cómo iba a haber un muro en el desierto del Sáhara?, se preguntaba. No podía ser. Además, nunca había oído hablar de él. Sería algún resto antiguo... pero no.1
SEIS MUROS MILITARESEn aquel año, como respuesta a las victorias del Polisario en el campo de batalla, con Mauritania ya retirada del territorio y Marruecos arrinconado en el norte, Rabat diseñó una nueva estrategia para ampliar su poder en la región: la construcción de seis muros militares con los que progresivamente fue ampliando su control sobre porciones mayores del desierto. En la actualidad son ocho los muros. Con ayuda de ingenieros israelíes y financiación saudí, el ejercito marroquí comenzó a construir un muro inspirado en la Línea Bar Lev, construida por Israel a lo largo del Canal de Suez.
La guerra entre Marruecos y el Frente Polisario proseguía mientras tanto, pero el agotamiento militar llevó a ambas partes a iniciar las negociaciones y el 30 de agosto de 1988 aceptaron por separado la propuesta de la OUA y la ONU para el alto el fuego y celebración de un referéndum con dos propuestas: o independencia o integración en Marruecos.
Del resultado de las negociaciones resultó el Plan de Arreglo que se materializó en las resoluciones 658 (1990) y 690 (1991), por las que establecía el poner fin al conflicto con un cese del fuego -que se estableció posteriormente para el 6 de septiembre de 1991-, la realización de un referéndum de autodeterminación para elegir “entre la independencia y la integración con Marruecos” tomando como base el censo realizado por España en 1974, y la creación de la Misión para la Organización de un Referéndum en el Sahara Occidental (Minurso) con el cometido de actualizar el censo de votantes, vigilar la reducción de las tropas marroquíes del territorio y llevar a cabo la realización del referéndum para enero de 1992.
Pero el muro siguió creciendo sin que ningún cambio se produjera.
SOLO TRAS LA MURALLA CHINAConforme han ido pasando los años, la comunidad internacional se ha ido olvidando de este conflicto y Marruecos ha variado su posición: “Libre autodeterminación, sí, pero sin referéndum”;es decir, está dispuesto a negociar la autonomía de la región del Sáhara Occidental, no su independencia.
El principio de libre determinación, según los marroquíes, no presupone la creación de un estado independiente. La postura del Gobierno marroquí es que esta obra militar no es “un muro de separación porque hay un punto de paso operacional abierto a las poblaciones. El muro defensivo de arena ha sido construido para garantizar el derecho de Marruecos a la preservación de su seguridad y para luchar contra el uso del Sáhara como paso de las redes terroristas, el tráfico de seres humanos y de la droga”.
Desde el Frente Polisario, sin embargo, se afirma que no existe ningún paso que permita a la población saharaui acceder al Sáhara Occidental a través del muro, y que esta obra es “la mayor barrera creada por el hombre después de la muralla china”.
MILES DE SAHARAUIS SEPARADOS para 2018. Horst Kohler, enviado Especial del Secretario General de la Organización de Naciones Unidas para la situación del Sáhara Occidental, ha conseguido organizar dos encuentros entre representantes de Marruecos y el Frente Polisario después de varios años de silencio.
En noviembre y diciembre de 2018 fue la primera;el 21 y 22 de marzo pasado se realizó la segunda Mesa. El objetivo de esta segunda reunión, donde Argelia y Mauritania tuvieron el papel de observadores, fue comprometer a las dos partes para que se empezasen negociaciones concretas .Sin embargo, el señor Kohler, debido a la férrea oposición de Francia a solucionar este conflicto -y a su estado de salud-, dimitió su cargo a mediados de mayo de 2019.
A pesar de las conversaciones entre las partes en Ginebra, la realidad es que miles de saharauis están separados de su propia tierra por la presión militar en los territorios ocupados y la construcción del muro. Miles de familias no pueden reencontrarse desde que se separaron en 1976.
Y no hay visos de solución a corto plazo;muchos jóvenes saharauis de los campos de Tinduf exigen cambios, incluso la vuelta a las armas. Toda esta información hizo que surgiera en mí la necesidad de contar esta realidad silenciada, ocultada, sobre un pueblo abandonado, el saharaui, y me preguntara por qué, después 43 años, se sigue permitiendo esta situación que afecta a miles y miles de personas. Lo conté en una novela, El largo invierno saharaui.
El muro marroquí del Sáhara Occidental
Hace 40 años la ONU reconoció al Frente Polisario legítimo representante del pueblo saharaui y declaró a Marruecos potencia ocupante.
Al hablar de Africa, hablamos del tercer continente más grande del mundo y de sus 53 países.Y la gente no se da cuenta
En los años 80, Hassan II inició la construcción del muro de la vergüenza, Al Yidar, la mayor barrera creada por el hombre desde la muralla china, parejo al de Trump en la frontera mexicana.El muro del Sáhara tiene una extensión superior a los 2.720 kilómetros.
Los saharauis recuerdan con especial desagrado la visión del primer muro en el desierto. Creando un personaje ficticio para mi anterior novela, La primera víctima, un marroquí que también está presente en la segunda, El largo invierno saharaui, el periodisra comenzó documentarse a través de mapas de Internet sobre Marruecos buscando información acerca de lugares interesantes, ciudades, playas, oasis ... y llegó hasta el sur de Marruecos, y luego se adentró un poco en el norte del Sáhara Occidental, la antigua colonia española. Y allí, entre las arenas, se encontr-o con un muro, un largo muro que parecía no tener fin. ¿Cómo iba a haber un muro en el desierto del Sáhara?, se preguntaba. No podía ser. Además, nunca había oído hablar de él. Sería algún resto antiguo... pero no.
El ocupante de los territorios tras la firma de los Acuerdos Tripartitos entre las potencias colonizadoras, España, Marruecos y Mauritania, comenzó arrasando a la población saharaui con intensos bombardeos de napalm y fósforo blanco, como en las masacres de Smara y Um Draiga en 1976, haciendo que miles de saharauis huyeran hacia el este, hacia Argelia, refugiándose en unos campamentos que levantaron en la zona de Tinduf que Argelia cediñ.o. La respuesta del Frente Polisario fue llevar la guerra a Marruecos y a territorio mauritano atacando la capital, Nuakchot. Prosiguieron los ataques contra Mauritania, logrando el 5 de agosto de 1979 que Mauritania cediese su parte del Sáhara Occidental al Frente Polisario, pero esto no lo reconoció Marruecos, que se anexionó esa zona el 11 de agosto. A raíz de dicha anexión, la ONU aprobó una resolución en la que se reconocía al Frente Polisario como el legítimo representante del pueblo saharaui, mientras que consideraba a Marruecos potencia ocupante.
EL MURO DE LA VERGÜENZA.En 1980, Hassan II inició la construcción del llamado Muro del Sahara Occidental, también llamado Muro de la vergüenza, una construcción hecha con arena y piedras, Al Yidar, lo llaman los saharauis, con una extensión superior a los 2.720 kilómetros y una media de tres metros de altura. Una berma. Es una construcción militar con vallas, torres de vigilancia, búnkers, piezas de artillería, más de cien mil soldados... y millones de minas antipersona. De hecho, es el campo minado más largo y vulnerable del mundo provisto de más de siete millones de minas. El muro construido en el desierto divide el Sáhara Occidental en dos partes asimétricas;dos tercios, los ricos, donde están las minas de fosfatos de Bucraa, bolsas de petróleo, las pesquerías y el banco de pesca, uno de los más importantes del mundo, controlados por el gobierno marroquí;y los llamados Territorios Liberados, un tercio, donde no hay nada de riqueza, salvo arena y piedras, que controla el Frente Polisario.
Unamuno decía que a veces, el silencio es la peor mentira. ¿Por qué no se habla de ese muro? ¿Por qué se silencia todo lo que ocurre en el Sáhara Occidental?
SEIS MUROS MILITARESEn aquel año, como respuesta a las victorias del Polisario en el campo de batalla, con Mauritania ya retirada del territorio y Marruecos arrinconado en el norte, Rabat diseñó una nueva estrategia para ampliar su poder en la región: la construcción de seis muros militares con los que progresivamente fue ampliando su control sobre porciones mayores del desierto. En la actualidad son ocho los muros. Con ayuda de ingenieros israelíes y financiación saudí, el ejercito marroquí comenzó a construir un muro inspirado en la Línea Bar Lev, construida por Israel a lo largo del Canal de Suez.
La guerra entre Marruecos y el Frente Polisario proseguía mientras tanto, pero el agotamiento militar llevó a ambas partes a iniciar las negociaciones y el 30 de agosto de 1988 aceptaron por separado la propuesta de la OUA y la ONU para el alto el fuego y celebración de un referéndum con dos propuestas: o independencia o integración en Marruecos.
Del resultado de las negociaciones resultó el Plan de Arreglo que se materializó en las resoluciones 658 (1990) y 690 (1991), por las que establecía el poner fin al conflicto con un cese del fuego -que se estableció posteriormente para el 6 de septiembre de 1991-, la realización de un referéndum de autodeterminación para elegir “entre la independencia y la integración con Marruecos” tomando como base el censo realizado por España en 1974, y la creación de la Misión para la Organización de un Referéndum en el Sahara Occidental (Minurso) con el cometido de actualizar el censo de votantes, vigilar la reducción de las tropas marroquíes del territorio y llevar a cabo la realización del referéndum para enero de 1992.
Pero el muro siguió creciendo sin que ningún avance se produjera.
SOLO TRAS LA MURALLA CHINAConforme han ido pasando los años, la comunidad internacional se ha ido olvidando de este conflicto y Marruecos ha variado su posición: “Libre autodeterminación, sí, pero sin referéndum”;es decir, está dispuesto a negociar la autonomía de la región del Sáhara Occidental, no su independencia.
El principio de libre determinación, según los marroquíes, no presupone la creación de un estado independiente. La postura del Gobierno marroquí es que esta obra militar no es “un muro de separación porque hay un punto de paso operacional abierto a las poblaciones. El muro defensivo de arena ha sido construido para garantizar el derecho de Marruecos a la preservación de su seguridad y para luchar contra el uso del Sáhara como paso de las redes terroristas, el tráfico de seres humanos y de la droga”.
Desde el Frente Polisario, sin embargo, se afirma que no existe ningún paso que permita a la población saharaui acceder al Sáhara Occidental a través del muro, y que esta obra es “la mayor barrera creada por el hombre después de la muralla china”.
MILES DE SAHARAUIS SEPARADOS para 2018. Horst Kohler, enviado Especial del Secretario General de la Organización de Naciones Unidas para la situación del Sáhara Occidental, ha conseguido organizar dos encuentros entre representantes de Marruecos y el Frente Polisario después de varios años de silencio.
En noviembre y diciembre de 2018 fue la primera;el 21 y 22 de marzo pasado se realizó la segunda Mesa. El objetivo de esta segunda reunión, donde Argelia y Mauritania tuvieron el papel de observadores, fue comprometer a las dos partes para que se empezasen negociaciones concretas .Sin embargo, el señor Kohler, debido a la férrea oposición de Francia a solucionar este conflicto -y a su estado de salud-, dimitió su cargo a mediados de mayo de 2019.
A pesar de las conversaciones entre las partes en Ginebra, la realidad es que miles de saharauis están separados de su propia tierra por la presión militar en los territorios ocupados y la construcción del muro. Miles de familias no pueden reencontrarse desde que se separaron en 1976.
Y no hay visos de solución a corto plazo;muchos jóvenes saharauis de los campos de Tinduf exigen cambios, incluso la vuelta a las armas. Toda esta información hizo que surgiera en mí la necesidad de contar esta realidad silenciada, ocultada, sobre un pueblo abandonado, el saharaui, y me preguntara por qué, después 43 años, se sigue permitiendo esta situación que afecta a miles y miles de personas. Lo conté en una novela, El largo invierno saharaui.
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La historia de África siempre se ha contado desde los ojos de las agencias de prensa occidentales. África tiene que ser contada por la voz de los africanos porque no hay nadie que pueda hacerlo mejor que nosotros, los que la vivimos”. Esta reflexión es de Cheiff Sy, presidente de África Editors Forum, pero podría extrapolarse a todos los que tomaron la palabra en “¿Ha llegado el momento de África”. El encuentro, organizado por la Agencia Internacional de Cooperacion para el Desarrollo, reunió nombres propios de la historia africana que hablaron del presente y del futuro del continente con optimismo y dejaron poco margen a la autocrítica.
“Lo que se dice de África está siempre relacionado con conflictos. El único momento en el que un niño español ve África en la televisión es cuando se habla de hambre, de sida y de pobreza. Ese niño tendrá una percepción muy negativa que le acompañará siempre. Hace falta encontrar un equilibrio. Hay una nueva generación de líderes que está trabajando contra la pobreza, los conflictos, los abusos en materia de derechos humanos y el crecimiento”, defiende Themba James Maseko, del Departamento de Comunicación del Gobierno de Sudáfrica.”El problema es que no podemos ser siempre una fuente de materias primas y no contar con nuestras propias fábricas. A África sólo vienen los inversores extranjeros a llevarse la riqueza. Tenemos que avanzar en el compromiso para reforzar las relaciones sur-sur, no sólo a nivel económico, también político”.
Compartiendo mesa estaba Ricardo Martínez, director de Casa África. “Si queremos que África cambie, ¿por qué seguimos empeñados en darle las recetas? La ayuda al desarrollo es necesaria pero no suficiente. Tampoco lo es invertir, extraer e irse, hay que integrarse y que la política de la Unión Europea no bloquee la entrada de los productos africanos en los mercados. África necesita el control de sus recursos. ¿Quién tiene interés en que no se enfríen los conflictos como el de los Kivus o Somalia? Eso se preguntan los líderes africanos, y yo lo suscribo. Salvamos a Grecia y a ahora salvamos a Irlanda pero no cumplimos los compromisos con África”.
Uno de los temas estrella es China, cuyas inversiones no paran de crecer en el continente, despertando el recelo de quienes la ven como una amenaza para los intereses africanos. “Está invirtiendo en todos los sectores y tomando un lugar preponderante, de aquí a unos años nos encontraremos entre occidente y China”, asegura Cheiff Sy. No lo ve así el Gobierno sudafricano, “África busca inversores y comercio. China es de los pocos que ha querido invertir, lo que falta es una reglamentación. No podemos decir ‘no’ a la inversión china cuando los europeos han hecho lo mismo. Hay zonas costeras que se están privatizando a las que los propios africanos no tienen acceso”, dice Themba James. Las críticas más contundentes llegan del público. “Vender nuestras tierras es vender a las personas. Estamos pasando de ser esclavos de occidentes a ser esclavos de China, de un amo a otro”, afirma Jannete, congoleña.
Njongonkulu Ndungane es el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, un hombre cuyo activismo contra el apartheid le costó ser encarcelado en la Isla Robben entre 1963 y 1966. Él también mira a China con buenos ojos. “China ha sido capaz de que 50 millones de personas hayan salido de la pobreza. Por supuesto que nos preocupan temas como los derechos humanos, pero la cooperación sur-sur se está construyendo y nosotros tenemos que aprender las mejores prácticas de la gente que ha tenido éxito en el resto del mundo. Ha habido una liberación de nuestra tierra que nos ha costado sangre, sudor y lágrimas, por lo que nuestro desafío ahora es que los gobiernos desarrollen políticas que controlen a otros países. Nadie puede salvar a África, es África la que se salva a sí misma”, asegura el arzobispo. “Somos el segundo continente más poblado, tenemos más de un billón de habitantes (un billón anglosajón, que equivale a mil millones de personas) y las tasas más altas de fertilidad. El 40 por ciento de la población tiene 50 años o menos pero también tenemos las expectativas de vida más bajas y somos los más pobres. África está plagada de promesas rotas y gobiernos africanos que no han sido capaces de alcanzar los objetivos y por un régimen comercial totalmente injusto. Tenemos muchas materias primas y recursos humanos, pero se nos ha castigado a nivel financiero”. Apunta a tres áreas en las que deben centrarse los esfuerzos: educación, agricultura e infraestructuras.
También hay hueco para hablar de los flujos migratorios que entre África y Europa y el trato que aquí reciben los inmigrantes. “Creo que la inmigración siempre ha tenido lugar y ahora se habla de ella como si África estuviese invadiendo Europa. Eso siempre ha sido así. En los años 70 hubo aviones que salieron del continente africano cargados de personas que fueron a trabajar y a construir Europa, eso parece que ya se ha olvidado. Hace falta más respeto porque ser inmigrante no es ser ganado“, critica Cheiff Sy.
A pesar de todo, en la última década, cinco países africanos, Burkina Faso, Etiopía, Mozambique, Ruanda y Uganda, están en la lista de los diez países que han conseguido mayores avances en materia de desarrollo. La esperanza de vida ha aumentado más de diez años en el continente en las últimas cuatro décadas, el nivel de alfabetización se ha duplicado y más del 50 por ciento de los niños y niñas está escolarizado, el doble que hace 40 años. Cifras para la esperanza. Recordemos que, cuando hablamos de África, hablamos del tercer continente más grande del mundo y de sus 53 países.
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