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Afganistán está en un lugar geoestratégico del continente asiático. Con Irán a un lado y China y Corea al otro y a Trump no le interesa dejarlo
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Cuando Estados Unidos inició la guerra contra Afganistán en octubre de 2001, el Gobierno de George W. Bush buscaba vengar las muertes tras los atentados del 11-S. Durante esta década Estados Unidos, a la cabeza de una misión internacional, aseguraba que su intención era mejorar la vida de los afganos librándoles del régimen talibán. ¿Cuáles son los resultados cuando se cumplen 15 años de conflicto? CAMBIO DE GOBIERNO. Aunque EEUU contribuyó a que los talibanes llegaran al poder para expulsar a los soviéticos de la zona, después del 11-S los talibanes tenían que desaparecer. Ya no manejaban todos los hilos del país, pero en las zonas rurales seguían campando a sus anchas según todos los analistas. El presidente Hamid Karzai era presidente de un Ejecutivo bajo el visto bueno de EEUU y la OTAN que incluye mujeres en sus filas, pero también a los antiguos "señores de la guerra". La activista afgana Mariam Rawi, miembro de Asociación Revolucionaria de Mujeres en Afganistán (RAWA), opinó en conversación con lainformacion.com desde Pakistán que sigue siendo un gobierno fundamentalista y que las mujeres que están en el equipo de Karzai o en el Parlamento son sólo del sector conservador. . A nivel la seguridadmundial, la amenaza de los terroristas islámicos se mostraba más presente en la vida de Occidente que nunca. La guerra no sólo no evitó el 11-M en Madrid y el 7-J en Londres, sino que la amenaza seguía presente. En las Navidades de 2009 un hombre intentó teñir de sangre la Navidad norteamericana con un nuevo avión convertido en arma. Le atraparon a tiempo, pero ya había tomado varios aviones antes de que le descubrieran. Eso sí, tras la muerte de Osama Bin Laden el 1 de mayo de 2015, el Gobierno de Barack Obama se marcó el tanto que había buscado George W. Bush desde el principio: las encuestas volvieron a mostrar –al menos temporalmente- un gran apoyo al presidente de EEUU, que con la crisis económica caía en picado. En las elecciones de 2012 se descubrirá adonde se inclina la balanza. Por otra parte, Afganistán está en un lugar geoestratégico del continente asiático. Con Irán a un lado y China y Corea al otroal otro, Estados Unidos queda bien posicionado para influir en la región, analiza Mariam Rawi.
La guerra de afganistan fue cara desde el principio
Por lo que respecta a la seguridad en Afganistán, Barack Obama impulsño el inicio de la retirada de los más de 100.000 efectivos americanos que llegó a desplegar en Afganistán. Desde hace un tiempo y durante los próximos años, la misión de los soldados extranjeros que queden en el país será la de entrenar a los nuevos cuerpos del Ejército y Policía afganos para garantizar que los talibanes no retomen el control. Pero diez años después, sólo Kabul ha mejorado en seguridad (aún así no se libra de los ataques terroristas) mientras los talibanes u otros fundamentalistas siguen imponiendo su poder en gran parte del territorio. "Me da asco. Están matando a nuestros soldados y también a los soldados afganos que estamos entrenando. No vamos a ganar nunca. Está perdido ya", asegura James Levy, portavoz del Partido Republicano en España. Aunque culpa de ello a la gestión de Barack Obama en la guerra. "La política de Bush de ir a la guerra y a la vez rebajar los impuestos nos ha llevado en parte a la deuda [que supera el 100% del PIB] y el paro que tenemos ahora", responde Alana Moceri, ex presidenta de la representación del Partido Demócrata en España. Desde 2001, han muerto 2.753 militares extranjeros en total en el conflicto, 1.801 de ellos eran de EEUU, según iCasualties. Ello sin contar las bajas que sufren también los militares afganos. Sobre los civiles que han perdido la vida durante el conflicto, las cifras no hacen más que empeorar diez años después. En el primer semestre de 2011, la muerte de civiles aumentó un 15 por ciento con respecto al mismo periodo del año anterior (y en 2010 aumentó un 31% con respecto a 2009), según la misión de asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UMANA). Cada semestre murieron más de 1.200 civiles. El organismo de la ONU asegura que la mayoría son víctimas de ataques terroristas, aunque admite que el 14% se deben a intervenciones de las fuerzas afganas e internacionales.
Vuelve el burka desde tiempos pasados
. Antes de que comenzara esta guerra, el mundo apenas conocía el burka. Hoy todos sabemos que durante el régimen talibán las mujeres afganas estaban obligadas a vivir bajo un velo que cubría todo el cuerpo, incluida toda la cara tras una redecilla. Ahora muchas siguen llevándolo porque su entorno y su pasado se lo imponen. Mariam Rawi, que vive a caballo entre el vecino Pakistán y Afganistán, asegura que las mujeres sólo se atreven a descubrir su cara en la capital. Allí, reconoce, las cosas sí han mejorado. Aunque estén lejos de ser perfectas. "Hay muchos casos de violaciones y agresiones a las mujeres. Arrestan a los criminales, pero luegos les sueltan sin juzgarlos", denuncia Rawi, que para poder hacer su trabajo como portavoz RAWA con tranquilidad vive bajo un nombre falso. "No hay mucha diferencia con respecto a la época talibán, sólo pequeños cambios". El Coste de la guerrra alcanza a Trump. No sólo las pérdidas humanas pesan cada vez más a la sociedad norteamericana, sino también el enorme coste que le ha supuesto esta guerra. Washington ha invertido más de 400.000 millones de dólares en la lucha contra los talibanes. Sólo en 2010 el gasto superaba los 100.000 millones de dólares, los que significa un agujero en las cuentas federales de más de 2.000 millones de dólares a la semana, tal y como informaba lainformacion.com recientemente. Pero para Rawi está claro que EEUU y el resto de fuerzas internacionales ("incluida España", recuerda) saldrán beneficiadas también económicamente de la intervención en la región. Dice que por Afganistán pasarán gasoductos y/o oleoductos que unirán ambos extremos de Asia, gracias a su buena ubicación, cerca de Uzbekistán.Pero etá por ver y Trump promete. Además, apunta a recientes descubrimientos sobre minas "de todo tipo de materiales" en su país. Está convencida de que Occidente ha llegado para quedarse y sacar provecho empresarial.
15 años en Afganistán y más de 100.000 tropas sobre el terreno, pero Estados Unidos no ha podido ganar esa larga guerra, tras gastar un billón de dólares en el mantenimiento de su ejército y en municiones y perdidas de equipo, gastando además 100.000 millones en reconstruir parte de un país al que destruyo. Otros miles de millones para entrenar a un ejercito bisoño que sigue teniendo bajas por miles de marines. Antes de las elecciones Obama prometió-según confirmó el Pentágono retirar 10.000 soldados pero parece que el proyecto al llegar Trump se canceló.
El Opio siempre ha financiado la lucha armada de ese pueblo, y la CIA aprovechó este impasse e hizo de la vista gorda pasando de 100 toneladas durante y antes la campaña presidencial a las 2000 toneladas después, en donde la agencia ISI de Pakistan también participo ante lo jugoso de las ganancias aumentando el número de adictos en ese país de 0 a 1.3 millones en abril 2017.Pero resulta que Estados Unidos se aprovecha de afganistan porque el propio pais es un gran consumidor de opio.
Los muyahaidines decidieron cobrar impuesto revolucionario a productores que no fueran sus aliados. Hasta entonces los transportes con todo tipo de armas regaladas por la CIA, regresaban repletos de Opio, con conocimiento y consentimiento de la organizacion. Se había creado una red de laboratorios para el refinamiento en todo Pakistán que luego se exportaba por los aeropuertos o el puerto Karachi donde muy convenientemente la agencia tenia una base militar para realizar vuelos de espionaje de drones y una central de escuchas de radio.Afganistán y más de 100.000 tropas sobre el terreno, pero Estados Unidos no ha podido ganar esa larga guerra, tras gastar un billón de dólares en el mantenimiento de su ejército y en municiones y perdidas de equipo, gastando además 100.000 millones en reconstruir parte de un país al que destruyo. Otros miles de millones para entrenar a un ejercito bisoño que sigue teniendo bajas por miles de marines. Antes de las elecciones Obama prometió-según confirmó el Pentágono retirar 10.000 soldados pero parece que el proyecto al llegar Trump se canceló.
El Opio siempre ha financiado la lucha armada de ese pueblo, y la CIA aprovechó este impasse e hizo de la vista gorda pasando de 100 toneladas durante y antes la campaña presidencial a las 2000 toneladas después, en donde la agencia ISI de Pakistan también participo ante lo jugoso de las ganancias aumentando el número de adictos en ese país de 0 a 1.3 millones en abril 2017.
Estados Unidos, que ha invertido 7.280 millones de dólares (6.282 millones de euros) en operaciones contra la droga. La tradición de cultivar opio viene de lejos, pero nunca antes las cifras habían llegado a estos niveles. El país ha pasado de 200.000 hectáreas de plantaciones a 328.000. Según el informe anual de Sigar (Special Inspector General for Afganistan), oficina de observación de las Fuerzas Armadas de EE.UU., la recaudación se ha elevado de 1.500 millones de dólares a 3.000 millones.
Mayor productor de opio del mundo –se estima que posee el 90% del mercado–, desde Afganistán parten tres rutas: hacia el sur de Europa cruzando por Irán y Turquía, a Europa Oriental a través de Asia Central y Rusia, y a África por Pakistán. Es un perfecto engranaje que funciona gracias a una fuerte corrupción en las instituciones públicas y una justicia que hace la vista gorda al negocio.
Antes de que los americanos pusieran un pie en el país, el gobierno de los talibanes, milicia fundamentalista suní, prohibió el cultivo de la planta en el 2001. Los datos de ese año muestran un récord: tan sólo 8.000 hectáreas de plantaciones, un mínimo histórico. Pero tras la invasión norteamericana los talibanes cambiaron de opinión y ahora incluso recaudan impuestos. En la actualidad es una de las mayores fuentes de financiación del grupo.
¿negocio deficitario?. parece que sí, pero el opio paga todo
En el 2001 los talibanes prohibieron el cultivo pero hoy es su principal fuente de ingresos
EE.UU. declaró la guerra a los talibanes tras los atentados del 11-S del 2001, organizados desde Afganistán por el líder de Al Qaeda, Bin Laden, que estaba bajo su protección. Pero antes, durante la administración de Jimmy Carter y más tarde, la de Ronald Reagan, Washington permitió que los beneficios del estupefaciente ayudaran a financiar a los muyahidines que combatían contra el ejército soviético durante la guerra de Afganistán entre 1978 y 1992.
La plantación, conversión y distribución es hoy ilegal pero, en la práctica, se calcula que 590.000 personas trabajan a jornada completa en el negocio del opio. Hay casi tres veces más empleados en este sector que en las Fuerzas de Defensa y Seguridad Nacional de Afganistán (que según el último dato público, del 2012, están integradas por unos 200.000 hombres).
El opio es el petróleo de Afganistán. El informe del Sigar estima que genera entre un 20% y 32% del PIB nacional. Su peso se ha duplicado desde el 2014, cuando según el Banco Mundial el opio producía entre el 10 y el 15% del PIB. La economía del país depende de este gran negocio. Los beneficios de los trabajadores sustentan a las familias para poder pagar educación, vehículos, casas… Y volver a invertirlo: es decir, las amapolas financian tractores, herbicidas, fertilizantes, incluso paneles solares, para mejorar la calidad de más de un tipo de cosecha agrícola.
Para cortar esta fuente de ingresos a los talibanes, la Administración de Donald Trump ha diseñado un programa aéreo con un nuevo sistema de cámaras, el GIS, que ofrece datos más fiables y reales. El dispositivo toma imágenes de las hectáreas de cultivo que hay por toda la región. Se ha detectado, incluso, un cambio geográfico dentro del país, con nuevas zonas de cultivo en la antigua tierra desértica del suroeste. “El Departamento de Defensa ha sido muy claro. El objetivo de esta campaña no es eliminar el tráfico de drogas, sino privar a los talibanes del flujo económico que obtienen por el negocio del opio”, afirman a este diario desde la oficina estadounidense.No hay nada contra el opio en sí.
El opio aporta entre un 20% y un 32% del PIB y emplea a 590.000 personas
Dentro de las fronteras del país los precios también varían, de 126 dólares (unos 194 euros) por kilogramo en las zonas rurales a 280 dólares (unos 240 euros) en el centro. La gran diferencia de precio se debe al grado de refinamiento en el proceso, si hay más o menos intermediarios que trafiquen con la sustancia y si se vende o no al por mayor como ocurre en las zonas rurales.
El opio no sólo supone ingresos sino también una dura carga para este país tan pobre. Se estima que el 5% de la población es consumidor. Se trata sobre todo de huérfanos y se concentra en la capital, Kabul.
A pesar de la incautación de 463 toneladas de producto refinado en 3.520 operaciones en lo que llevamos de año, el imperio del opio sigue en pie. La falta de seguridad, la pobreza existente en la zona, la corrupción y los grupos terroristas son los principales obstáculos para la erradicación. Los expertos de Sigar señalan asimismo que en el 2017 la reducción de costes en el cultivo gracias a los paneles solares y bombas de agua, junto a una buena climatología, han impulsado aún más el crecimiento de las plantaciones.
El daño a la salud, dentro y fuera de Afganistán, también ha aumentado en proporción. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, “los opiáceos causan el mayor daño y representan el 76% de las muertes asociadas a consumo de sustancias psicoactivas”.
EE.UU. encabeza la lista de afectados por opiáceos, no sólo por el consumo de heroína sino el consumo propio y no solo sobre fármacos, obtenidos sin receta médica, que contienen sustancias derivadas del opio. Les siguen de cerca, África y Asia, ya que debido al coste tan alto de las medicinas los traficantes los fabrican ilegalmente y lo venden en el mercado negro, lo que agrava el riesgo a la salud.